"En la mayoría de los casos, los artículos no son creados con la finalidad de ser vendidos, sino para enganchar a un público que termina comprando la oferta regular de productos", escribe Maribel Aparicio en su columna para G de Gestión. (En la imagen, la controversial bolsa de rafia de la marca Balenciaga / Foto: El Confidencial)
"En la mayoría de los casos, los artículos no son creados con la finalidad de ser vendidos, sino para enganchar a un público que termina comprando la oferta regular de productos", escribe Maribel Aparicio en su columna para G de Gestión. (En la imagen, la controversial bolsa de rafia de la marca Balenciaga / Foto: El Confidencial)
Maribel Aparicio

A menudo la industria del lujo ha sido criticada por proponer productos de apariencia ridícula o utilidad cuestionable. Lo cierto es que desde que Balenciaga lanzó a la venta por US$ 2,000 en el 2016, unas bolsas de rafia semejantes a las utilizadas en cualquier mercado, aparecen objetos similares cada cierto tiempo. Aunque tanto éstos como sus productores hayan sido caricaturizados en todos los lanzamientos, las marcas de lujo persisten en proponerlos periódicamente por razones estratégicas.

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