La inflación domina la psique estadounidense a un nivel no visto desde los años 80, cuando los precios subían al ritmo actual. Quejarse del encarecimiento sirve ahora para iniciar pláticas. Los precios al consumidor en ese país subieron 8.3% en abril (tasa anualizada). El 12 de mayo, el presidente Joe Biden dijo que combatir la inflación es su “principal prioridad interna”.
Los periódicos están publicando cuatro veces más artículos que mencionan la inflación que hace un año; varias encuestas indican que los estadounidenses creen que la inflación es un peor problema para su país que la guerra en Ucrania. Pero Estados Unidos no está solo. La inflación también se está volviendo parte de la vida cotidiana en otras partes del mundo avanzado.
The Economist ha recopilado data sobre cinco indicadores en diez grandes economías –inflación subyacente, que excluye alimentos y energía; dispersión en tasas de inflación para subcomponentes del índice de precios al consumidor; costos laborales; expectativas inflacionarias y búsquedas en Google sobre el tema–. Para determinar dónde la inflación se ha hecho más ubicua, ranqueamos cada país según cada indicador y luego calculamos un puntaje de “atrincheramiento”.
Por lo menos hasta ahora, Europa continental parece haber evitado lo peor del flagelo y en Japón, la inflación apenas deja rastros. Pero está arraigando en economías anglófonas: Canadá está ligeramente peor que Estados Unidos, y Reino Unido tiene un gran problema. Unos cuantos factores explican las diferencias.
El estímulo fiscal total en países anglófonos en 2020-2021 fue 40% más generoso que en otros países ricos, según nuestros estimados. También estuvo más centrado en transferencias a hogares, lo que habría avivado más la demanda. En la eurozona y Japón, la política monetaria ya era ultra flexible antes de la pandemia, lo que limitaba los estímulos adicionales que podrían aplicar sus bancos centrales. La inflación en Reino Unido también podría reflejar un factor idiosincrático: Brexit. Es que romper con tu principal socio comercial encarece costos.
El componente más simple de nuestro ranking es la inflación subyacente, pues permite una mejor apreciación de las presiones sobre precios volátiles. Estados Unidos encabeza el grupo de los diez países analizados (aunque la inflación subyacente está por encima del promedio en casi todos). El segundo indicador, de dispersión, ayuda a capturar cuán ampliamente diversificadas son las presiones sobre los precios.
Una inflación motivada por uno o dos ítems –el costo de comer en restaurantes, digamos– es menos preocupante que si los precios de todo estén subiendo rápidamente. Dividimos la canasta de bienes de consumo en hasta 16 componentes y luego calculamos el porcentaje de esos bienes en los que la tasa de inflación excede el 2%.
En Japón, solamente el 25% de bienes cruza ese umbral, pero en Australia, lo hacen más de dos tercios. El banco JPMorgan Chase desglosa el índice de precios al consumidor de Reino Unido en 85 componentes y encuentra que las tasas de inflación para el 69% de ellos están por encima de sus promedios del periodo 1997-2019.
La inflación también podría entrar en espiral si los trabajadores demandan salarios más altos para compensar el alza de precios (y las empresas, a su turno, elevan sus precios). Los costos laborales unitarios, que miden la relación entre lo que se paga a los trabajadores y el valor de lo que producen, están subiendo mucho más rápido que su promedio de largo plazo en muchos países.
El 5 de mayo, el Departamento de Trabajo de Estados Unidos informó que el costo laboral unitario en ese país creció 7% en el primer trimestre, respecto del mismo periodo del 2021; antes de la pandemia, el promedio bordeaba el 2%. Según Michael Saunders, miembro del Comité de Política Monetaria del banco central británico, los acuerdos salariales fijan incrementos de 5% anuales, pero la productividad solo ha crecido alrededor de 1%, así que el costo laboral unitario británico ha subido “muy por encima del ritmo consistente con la meta inflacionaria (2%)”.
Nuestros dos últimos indicadores examinan las expectativas de las familias. Mientras más altas se mantengan, es más probable que la inflación se convierta en parte del día a día. Un conjunto de datos no públicos proporcionado a The Economist por investigadores de la oficina de la Reserva Federal en Cleveland, la consultora Morning Consult y Raphael Schoenle, de la Universidad Brandeis (en Massachusetts), es una rara medición confiable de las expectativas inflacionarias.
En mayo del 2021, el encuestado promedio en la mediana de países ricos de la muestra pensaba que la inflación de los próximos doce meses sería 2.3%, pero ahora espera 4.5%; en Canadá, la expectativa es aún mayor (6%). Una medición de búsquedas en Google también indica que el tema se está metiendo en la mente de la población. Por ejemplo, ahora los británicos buscan con más frecuencia la palabra “inflación” que el nombre de la cantante Taylor Swift.
Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez
© The Economist Newspaper Ltd, London, 2022