La economía peruana tradicionalmente ha estado aislada de la agitación política; sin embargo, las recientes protestas a nivel nacional marcan un punto de inflexión, señala Moody’s Analytics en un nuevo informe.
Apoyada en sus fuertes instituciones macroeconómicas, en las últimas dos décadas la economía del Perú ha venido creciendo a pesar de sus repetidos escándalos de corrupción, subrayó Moody’s.
No obstante, el agotamiento del modelo de crecimiento económico impulsado por las materias primas, un golpe agravado tanto por la pandemia de COVID-19 como por la invasión militar de Rusia a Ucrania, ha puesto al descubierto la creciente desigualdad y la desgastada red de seguridad social del país.
“Respaldado por sólidas instituciones macroeconómicas, Perú ha superado constantemente a sus pares más grandes durante las últimas dos décadas a pesar de los repetidos escándalos de corrupción. Perú ha tenido cinco presidentes en los últimos seis años, y los dos últimos presidentes que terminaron sus mandatos completos enfrentan cargos de corrupción. La economía ha seguido adelante. Pero las protestas a nivel nacional marcan un punto de inflexión”, señala el informe de la agencia.
El escenario base de Moody’s Analytics es que la economía peruana saldrá adelante y seguirá creciendo este año, aunque de forma exigua. El daño a la confianza empresarial afectará la inversión, la contratación, los ingresos y la inflación.
“Estas preocupaciones han salido a la luz en protestas a nivel nacional. Los manifestantes piden la renuncia de la actual presidenta Dina Boluarte, quien fue nombrada por el Congreso tras la vacancia de Pedro Castillo, y elecciones inmediatas para determinar su sucesor”, agrega Moody’s. “Pero los enfrentamientos con las fuerzas del orden, que resultaron en varias docenas de muertes durante el último mes, han suscitado llamados a un cambio más amplio, incluida una nueva constitución que replantearía el modelo de crecimiento impulsado por el mercado”.
Según la agencia, el daño económico inmediato de las protestas ha sido limitado hasta ahora, con interrupciones de la actividad minera en el sur del Perú, rico en recursos, compensado por una mayor producción en otras regiones. “Esto podría cambiar rápidamente si las manifestaciones dan un golpe más fuerte al turismo y si las protestas en Lima, que alberga un tercio de la población y la producción económica del país, repercuten entre una coalición más amplia de estudiantes y trabajadores en un eco de los recientes movimientos de protesta en Chile y Colombia”, señala el informe.
El sábado, las autoridades peruanas cerraron Machu Picchu a los turistas luego de que el ferrocarril que une el sitio arqueológico con Cusco, epicentro de recientes protestas, sufriera daños. Los crecientes disturbios representan un desafío para la economía peruana y afectarán la confianza de las empresas y los consumidores hasta bien entrado el año.
Para la agencia de calificación crediticia, el modelo de crecimiento orientado a la exportación de Perú necesita con urgencia nuevas inversiones en minería y servicios, donde el sector informal domina y la productividad es baja.
Pero la actual crisis política retrasará cualquier avance en este sentido y pondrá importantes reformas al mercado laboral y regulaciones empresariales fuera de la mesa de discusión.
Nuestro caso base es que la economía peruana salga del paso y continúe creciendo este año, aunque de manera exigua. Pero el daño a la confianza empresarial impactará en la inversión, la contratación, los ingresos y la inflación y amerita un ajuste a la baja del pronóstico.
El modelo de crecimiento orientado a la exportación de Perú necesita con urgencia nuevas inversiones en minería y servicios, donde domina el sector informal y la productividad es baja. Pero la actual crisis política ralentizará el movimiento en este sentido y dejará casi fuera de la mesa reformas importantes en el mercado laboral y las regulaciones empresariales.