Equipos reducidos están operando las enormes minas de cobre de Chile a toda velocidad, escatimando en mantenimiento y movimiento de tierras. Es una solución a corto plazo que conlleva riesgos para la producción futura.
Cuando la pandemia golpeó y las minas en todo el mundo se cerraron, en Chile descubrieron una forma de seguir produciendo cobre para las fundiciones chinas. Mantuvieron el personal no esencial en casa e introdujeron horarios más largos para las cuadrillas reducidas al 60-70% de los niveles normales.
Los últimos datos muestran que está funcionando, con un aumento de la producción incluso cuando Chile se convierte en un epicentro del virus.
Pero para hacerlo, se han pospuesto proyectos y tareas de mantenimiento, y han operado en áreas que son más fáciles de acceder. Dichas prácticas pueden aumentar el riesgo de detenciones imprevistas y, si se realizan durante demasiado tiempo, limitar la producción futura.
Dado que Chile representa más de una cuarta parte del cobre del mundo, las interrupciones allí pueden sacudir las proyecciones globales. Es una de las razones por las que los precios del metal se mantienen, según el analista senior de Bloomberg Intelligence Andrew Cosgrove.
“No puedes hacerlo para siempre, tal vez un par de trimestres”, dijo. “A partir de entonces, comienza a afectar negativamente tu perfil de producción”.
Aplazar el mantenimiento, por ejemplo, significa que las minas de todas formas tendrán que tomarse un tiempo para hacer ese trabajo más adelante. También abre la puerta para más tiempo de inactividad no planificado, porque no se han anticipado al desgaste, dijo Cosgrove.
Enfrentados a una fuerza laboral reducida, algunas minas están agotando los acopios y se centran únicamente en extraer material para producir cobre a corto plazo, lo que limita el trabajo de extracción que normalmente realizan para preparar áreas para minar en el futuro.
Se espera que esta forma de operar dure al menos hasta setiembre en la mina de cobre número 2 de Chile, Collahuasi, y puede generar problemas el próximo año o el año subsiguiente, según Carlos Zurita, presidente de uno de los sindicatos de supervisores de la mina.
“Tenemos para alimentar ahora, pero si no hay desarrollo, de ir limpiando para llegar al mineral, es posible que después se nos pierda y no tengamos la capacidad de seguir alimentando lo que queremos alimentar o las leyes que queremos alimentar”, dijo Zurita.
Los niveles de dotación de personal difieren según las características individuales de cada mina, ya que las empresas mantienen la producción al tiempo que aseguran el distanciamiento y otras medidas para mantener a los trabajadores saludables.
Para las empresas con planes mineros flexibles, otra opción puede ser extraer las partes más fáciles y ricas de sus operaciones.
“Las empresas pueden compensar las extracciones de minerales perdidas que ocurrieron entre marzo y mayo moviéndose a depósitos de mayor ley”, dijo César Pérez, analista de BTG Pactual. “Vamos a ver que eso sucede mucho en la segunda mitad del año”.
Sin duda, las tácticas empleadas por las minas en Chile para sortear la pandemia sin sacrificar la producción son similares a las utilizadas por los productores con altos costos para soportar los precios bajos. Y normalmente, las minas comienzan su vida con mineral de mayor ley, la que disminuye con el tiempo.
Los impactos a largo plazo no son significativos cuando se emplean por períodos cortos, dijo Alex Bevacqua, jefe de consultoría de metales y minería en Wood Mackenzie.
Pero en las últimas semanas, los casos de COVID-19 en Chile se han disparado. El país ahora tiene una de las tasas de infección per cápita más altas del mundo. Los casos en las minas, aunque todavía son bajos, están creciendo y las autoridades han incrementado las restricciones en un esfuerzo por detener la propagación. Eso se suma a la incertidumbre respecto de cuándo las minas podrán operar con una fuerza laboral completa.
La preocupación más inmediata para el mercado, particularmente para las fundiciones chinas que se enfrentan a suministros limitados de cobre semiprocesado de las minas, es si el aumento repentino del virus en América Latina frenará o detendrá la producción. Pero los operadores también están analizando el impacto a largo plazo de operar con equipos reducidos.
“Ya han anunciado recortes en el gasto de capital y han estado explorando minerales de alta ley; todo esto afectará su rendimiento de producción futuro”, dijo Ji Xianfei, analista de Guotai Junan Futures.
El Gobierno de Chile está investigando cómo las minas están logrando ganancias de productividad durante la pandemia y las consecuencias para las operaciones futuras, dijo en una entrevista el ministro de Minería, Baldo Prokurica. Los inversionistas también prestarán mucha atención a los resultados del segundo trimestre de las empresas y las actualizaciones de las proyecciones.
Lo que están haciendo las minas ahora probablemente no afectará la trayectoria de suministro a largo plazo, pero puede significar que estén por debajo de las expectativas el próximo año, a medida que se ponen al día con el desarrollo y el mantenimiento, según Colin Hamilton, analista de BMO Capital Markets.
Hamilton generalmente tiene en cuenta la llamada asignación por interrupción de 3.8% del suministro mundial de cobre. Pero la elevó a 6.6% para este año, 5% para el próximo y 4.8% para el 2022.
“Inevitablemente, las compañías llegarán a un punto en el que estos gastos ya no podrán evitarse sin comprometer la producción futura de cobre”, dijo Jaime Sepúlveda, analista en CRU Group. “Si continúan, la producción para el 2022 y 2023 podría estar en riesgo”.