La subida de los precios del cacao en los mercados financieros ha provocado escalofríos en todo el sector, pero beneficia en desigual medida a cacaocultores, transformadores de habas, especuladores y chocolateros.
Los precios se dispararon en marzo y batieron un récord de más de US$ 10,000 por tonelada en Nueva York.
La subida que se explica por una mala cosecha en África del Oeste, debida a condiciones climáticas adversas y enfermedades devastadoras en plantaciones envejecidas.
Desde entonces, los precios han bajado, pero siguen siendo tres veces superiores a los del año pasado.
Grandes diferencias entre productores
En Costa de Marfil y en Ghana, los dos mayores productores mundiales de cacao, las autoridades fijan los precios en octubre “en función de los precios de los meses anteriores”, pero para entonces las cosechas “ya se han vendido por adelantado en gran parte”, explica Tancrède Voituriez, del Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo (CIRAD).
Esto reduce el impacto de las fluctuaciones de precios, tanto al alza como a la baja. En consecuencia, los pequeños productores, que por lo general ganan apenas lo suficiente para vivir, no se beneficiaron inmediatamente de la subida.
En abril, sin embargo, las autoridades subieron el precio de la cosecha intermedia un 50%, lo que situó entre 2,300 y 2,500 dólares la tonelada pagada al productor.
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En otros países donde el sistema se ha liberalizado, como Camerún, Nigeria, Ecuador y Brasil, los productores han obtenido más beneficios, vendiendo sus habas a compradores dispuestos a pagar precios cercanos a los del mercado financiero.
David Gonzales, coordinador de la Cámara Peruana del Café y el Cacao advierte sin embargo de los riesgos de contragolpe. “La subida de los precios ha hecho más atractiva la producción”, explica a AFP.
El riesgo es que se produzca una sobreoferta dentro de 3 a 5 años, momento en el que habrán crecido nuevos árboles y los precios habrán caído bruscamente.
El interés de los intermediarios
Los grandes transformadores que muelen los granos para convertirlos en mantequilla, licor o polvo (el suizo Barry Callebaut, el estadounidense Cargill o Olam de Singapur) suelen haber negociado gran parte de sus suministros por adelantado.
Pero algunos contratos no se han cumplido, lo que les ha obligado a buscar urgentemente habas a un precio elevado y, en ocasiones, a ralentizar la producción de sus fábricas.
Barry Callebaut indicó a inicios de abril que había recurrido más de lo habitual a su tesorería para financiar sus compras, pero que disponía de cacao suficiente para satisfacer la demanda.
Otros intermediarios más pequeños pueden tener dificultades para adelantar los fondos necesarios para adaptarse al nuevo entorno.
“Los contrabandistas probablemente se estén frotando las manos” comprando ligeramente por encima de los precios fijos en Costa de Marfil y Ghana, y vendiendo a precios de mercado desde Togo, Guinea, Liberia o Sierra Leona, señala Steve Wateridge, del gabinete Tropical Research Services.
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Apostar por la tendencia contraria
La Organización Internacional del Cacao explica que los precios se han disparado porque la oferta ha sido inferior a la demanda por tercer año consecutivo.
Los fondos de inversión lo han intuido y han apostado por una subida de los precios, reduciendo beneficios en el proceso.
Pero a partir de enero, los precios se volvieron muy erráticos, incluso para los fondos especulativos, y muchos se retiraron de los mercados.
El número de contratos negociados cayó de 334,000 a mediados de enero a 146,000 en abril, explica Ole Hansen, de Saxo Bank. “No se puede culpar a los especuladores de inflar artificialmente los precios”, afirma Steve Wateridge.
Los comerciantes y fabricantes de chocolate, por su parte, suelen protegerse de los cambios de precios apostando por la tendencia contraria en los mercados financieros, en este caso apostando por una caída.
Con la subida de los precios, algunos han tenido que depositar fondos adicionales en sus bancos para cubrir posibles pérdidas. Otros han tenido que abandonar sus apuestas, lo que técnicamente les obliga a comprar nuevamente contratos en el mercado, haciendo subir los precios.
Los chocolateros se adaptan
Dado el tiempo que transcurre entre la compra de las materias primas y la producción, el coste de las tabletas de chocolate que se venden actualmente no debería, en teoría, haberse disparado para los gigantes del sector Mars, Mondelez, Nestlé, Hershey’s y Ferrero.
“Estamos ampliamente cubiertos por nuestros próximos contratos para el resto del año”, confirmó en abril el jefe de Nestlé, Ulf Schneider.
Es posible que esta situación cambie en los próximos meses. Para no desanimar a consumidores ya afectados por la inflación, los fabricantes podrían aumentar la proporción de avellanas o reducir las porciones.
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