Desde Arabia Saudita hasta el oeste de Texas, las perforadoras están bombeando más petróleo para sacar provecho del abrasador repunte de precios. Sin embargo, la región que alberga una quinta parte de las reservas de crudo del mundo se está perdiendo la fiesta.
En toda América Latina, las ventajas del precio de US$ 100 por barril se han visto atenuadas por las políticas nacionalistas que endurecieron el control gubernamental de la industria energética y marginaron a los inversionistas extranjeros que habían ayudado a impulsar la producción.
La producción de Brasil y Guyana va en aumento, pero en toda la región, la oferta ha caído tanto que ahora apenas satisface la demanda local. México y Argentina importan más crudo y gas natural del que exportan, un cambio respecto al último auge petrolero de hace una década.
La dependencia de las costosas importaciones de combustible está poniendo a los líderes de los países productores de petróleo de América Latina directamente en la mira política. La violenta reacción de los automovilistas tras el aumento de precios, está dejando al presidente brasileño Jair Bolsonaro rezagado de su principal rival antes de las elecciones de octubre.
El presidente de Ecuador fue por poco destituido tras las protestas por los precios del combustible y la inflación. Por su parte, México gasta miles de millones para subsidiar la gasolina.
Todo esto significa que el mundo no cuenta con Latinoamérica para aumentar la producción de petróleo y gas natural a medida que la invasión rusa a Ucrania reduce el suministro mundial. Si bien los productores estadounidenses y del Medio Oriente aumentan la oferta, esta no es suficiente para detener el desenfrenado aumento de precios que amenazan con desencadenar el racionamiento de combustible y llevar a las economías a una recesión.
Es un marcado contraste con la forma en que se desarrollaron los primeros auges de las productos básicos en América Latina. En la década del 2000, líderes como Hugo Chávez de Venezuela usaron el efectivo extraordinario proveniente del petróleo y el gas para apuntalar su popularidad en casa y expandir su influencia regional. Pero esos ingresos descomunales solo fueron posibles gracias a las inversiones extranjeras que elevaron la producción. Cuando Chávez nacionalizó la industria petrolera, los grandes proyectos fueron mal administrados y el dinero se agotó.
”Las industrias petroleras han sido víctimas del nacionalismo de recursos que prevaleció durante el superciclo”, dijo Francisco Monaldi, profesor de economía energética en el Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad de Rice y experto en América Latina. “Ahora no tienen la capacidad de hacer lo que hizo Chávez en 2003 y 2004, para generar un gasto masivo”.
Por supuesto, si los precios del crudo no se hubieran disparado este año, las balanzas comerciales serían aún peores para los exportadores de petróleo estatales latinoamericanos. La brasileña, Petróleo Brasiliero SA, e incluso Petróleos Mexicanos, la petrolera de México fuertemente endeudada, están reportando ganancias estelares y pagando dividendos sólidos. Pero se necesita tiempo para que los ingresos fiscales más altos de las exportaciones de crudo lleguen a las arcas del Gobierno, y solo un superciclo prolongado eventualmente traería alivio a la tensión en la región.
Los beneficios económicos más amplios del repunte del petróleo no han sido suficientes para descarrilar una ola antisistema en toda América Latina. Colombia eligió recientemente a un político de izquierda para la presidencia que planea prohibir el fracking. En Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien presidió una expansión económica durante su primera Administración gracias en gran parte a productos básicos, suena como el favorito para reemplazar a Bolsonaro en las próximas elecciones.
En opinión de Monaldi, los campos petroleros de América Latina estarían bombeando 20 millones de barriles por día, más del doble de los niveles actuales, si los productores tuvieran todos los beneficios que disfrutan los perforadores en Texas, como lo son el fácil acceso al capital, impuestos bajos y regulación ligera. En cambio, las políticas intervencionistas, como apoderarse de las participaciones en campos petróleo de socios extranjeros, aumentar los impuestos y no explorar áreas propicias para la perforación, están afectando la producción.
Pequeñas ganancias
El principal ganador de este año en la región es el recién llegado a la perforación offshore: Guayana. Sin embargo, el país no verá más aumentos hasta el 2023, cuando llegue la producción flotante de Exxon Mobil Corp.
La producción venezolana se recuperó tras un relajamiento de las sanciones estadounidenses en el 2021, pero no está claro si podrá expandirse o incluso mantener los niveles actuales, su producción sigue siendo una sombra de lo que era hace solo cinco años. Las ganancias de Brasil, que tiene importantes recursos en alta mar que aún no se han explotado, han sido modestas.
Incluso el aumento de la producción de Argentina al nivel más alto en una década es poco probable que traiga algún alivio a los mercados, a medida que el país es solo un productor mediano. Las restricciones de infraestructura y los controles de precios internos limitan la rapidez con la que puede expandirse a pesar de los depósitos de shale de clase mundial.
En total, la Agencia Internacional de Energía solo prevé 400,000 barriles diarios adicionales este año de América Latina, un tercio del crecimiento proyectado en Estados Unidos.
La principal historia de éxito de producción de la región de este siglo ha sido Brasil, pero incluso allí la producción sería el doble de los niveles actuales si el primer Gobierno de Lula no hubiera detenido el desarrollo durante media década para reescribir la legislación petrolera, dijeron Monaldi y otros analistas.
Si Lula gana como se anticipa, una de las principales preocupaciones es que el Gobierno retrase el desarrollo de grandes yacimientos para aumentar la participación del Estado, dijo André Fagundes, que cubre Brasil para la consultora energética Welligence. Petrobras se está preparando actualmente para perforar en una región offshore poco explorada cerca del margen ecuatorial.
Si Brasil realiza nuevos descubrimientos importantes, como los éxitos recientes en Guyana y Surinam, el Gobierno de Lula podría retrasar el desarrollo para aumentar los impuestos, dijo Fagundes.
”Este podría ser un tema de revisión para futuras rondas de licencias”, dijo.