La generación Z se identifican a sí mismos como leales, compasivos, reflexivos, de mente abierta, responsables y determinados. (Foto: Freepik)
La generación Z se identifican a sí mismos como leales, compasivos, reflexivos, de mente abierta, responsables y determinados. (Foto: Freepik)

A medida que los países comienzan a levantar sus cuarentenas económicas, las estadísticas muestran cómo los diferentes segmentos de la población han sido afectados por la pandemia. La data muestra que el virus ha ensanchado brechas que ya existían entre profesionales, trabajadores de baja remuneración y los jóvenes.

Empecemos con los más afortunados. Muchos profesionales pueden trabajar desde casa, reemplazar reuniones presenciales con llamadas telefónicas o encuentros virtuales vía Zoom o Google Hangouts. Estos “zoomers”, en su mayoría, siguen recibiendo sus sueldos completos y se están librando del traslado diario al centro de labores. Para ellos, el confinamiento podría ser una incomodidad –sobre todo si tienen hijos– pero no amenaza sus estándares de vida.

Para muchos otros, la pandemia sí es una seria amenaza. Algunos son trabajadores esenciales que están en mayor riesgo frente al virus. Otros no pueden trabajar desde casa y ya han perdido sus empleos o han sufrido recortes en sus remuneraciones –a pesar de los esquemas de ayuda gubernamentales–. Muchos ya se encontraban en una situación más frágil que los zoomers antes de la pandemia pues sus empleos eran de bajos salarios o de menor seguridad.

Algunos en este grupo menos afortunado pueden ser llamados “ceros”. En Reino Unido, casi el 75% de los que tienen contratos sin un número mínimo de horas de trabajo (contratos de cero horas), son esenciales o laboran en sectores que no han operado durante la cuarentena, según el centro de investigaciones Resolution Foundation. Otro indicio del golpe a este grupo está en los recientes datos de las planillas no agrícolas en Estados Unidos.

Los ingresos promedio por hora subieron 4.7% en abril, el mayor incremento mensual histórico. Parece una buena noticia, pero es el resultado de la pérdida de empleos de bajos salarios en sectores como hotelería. La misma tendencia ocurre en Reino Unido, donde el salario promedio en sectores cerrados por la cuarentena es menos de la mitad de quienes trabajan desde casa, según Resolution Foundation.

Las tasas de mortalidad dan noticias aún más desalentadoras: han sufrido más los de bajas remuneraciones –y las minorías étnicas–. Data oficial de Reino Unido muestra que las tasas de muertes de personal de seguridad, de salud y choferes de bus son mucho más altas que el promedio, mientras que las de “ocupaciones profesionales” están bastante por debajo.

Otra brecha grande existe entre quienes ya están integrados en la fuerza laboral y la generación Z –nacidos a fines de los 90 y principios de la década pasada–. Están ingresando a un mercado laboral extremadamente hostil a sus expectativas. Alrededor del 30% de empleados británicos menores de 25 años trabajaba en sectores cerrados por la cuarentena, mientras que los mayores de 25 eran el 13%, según el centro de investigaciones Institute for Fiscal Studies.

Quienes poseen educación universitaria también están muy afectados; para empezar, es difícil ganar experiencia laboral. En Estados Unidos, el 22% de empleadores ha cancelado sus prácticas preprofesionales, según la Asociación de Universidades y Empleadores. En la primera semana de mayo, menos de 2,500 ofrecimientos de prácticas fueron publicados en el sitio web de reclutamiento laboral , mientras que en la misma semana del año pasado fueron 18,000.

Muchas de las prácticas actuales son para tareas que pueden hacerse de manera remota. En Reino Unido, las empresas han reducido en 23% sus empleos de nivel básico o inicial, según la asociación de reclutadores laborales Institute of Student Employers.

El shock de corto plazo de la pandemia dejará cicatrices de largo plazo. La Resolution Foundation estima que por causa de la pandemia, quienes finalicen su educación este año tendrán menos probabilidad de encontrar un empleo durante los próximos tres años. La probabilidad de estar empleado caería 13% para los graduados y 37% para los de menor calificación académica.

El efecto podría perdurar hasta la próxima década. Un estudio del efecto de las recesiones sobre trabajadores jóvenes de Bart Cockx, de la Universidad de Gante (Bélgica), halló que a las cohortes que ingresan al mercado laboral durante una recesión les toma alrededor de diez años equipararse con las que ingresaron en buenos tiempos.

Al menos, los jóvenes tienen menos probabilidad de sufrir síntomas severos del virus que sus mayores. Pero el golpe económico surge en momentos en que muchos ya están preocupados por sus deudas estudiantiles y la falta de empleos bien pagados: una encuesta del año pasado de Deloitte halló que un tercio de la generación Z que planeaba cambiar de empleo sentía que no había oportunidades suficientes para avanzar en sus carreras.

El hecho que los peor pagados y los jóvenes sean los más perjudicados económicamente por la pandemia es un oscuro eco de la versión del rey Jacobo de la Biblia: “Pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”. Las consecuencias sociales y políticas podrían ser enormes.