El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) informó que la bioeconomía es una aliada en la recuperación económica tras la pandemia, ya que un manejo adecuado permitiría expandir la frontera agropecuaria y descarbonizar la economía.
El IICA explicó que la expansión del Producto Bruto Interno (PBI), la revaloración de los beneficios de la agricultura, un reenfoque de la organización industrial y contribuciones en la ciencia y la investigación son algunos de los aportes relevantes de la bioeconomía a la región.
“La bioeconomía ha revalorado la percepción que tiene la sociedad sobre la agricultura y que existe una visión que la ubica como un sector de progreso, provocando cambios en los tres niveles de la economía: macro, micro y meso”, afirmó el consultor de Bioeconomía y Desarrollo Productivo del IICA Eduardo Trigo.
Trigo destacó que “en el largo plazo los impulsores que movilizan la transición hacia el nuevo paradigma de la bioeconomía se intensificarán. Pero en el corto y mediano plazo, las restricciones fiscales que provoca el COVID-19 en los presupuestos públicos impactarán negativamente en los planes de impulso a la bioeconomía”.
Por lo tanto, para las autoridades, es necesaria la formulación de más y mejores políticas públicas, identificar y contabilizar resultados en los países, impulsar la inversión en tecnología y establecerla como prioridad en los presupuestos de ciencia, además de combinar esfuerzos entre países para afrontar mejor los recortes que vendrán con la pandemia.
El director general emérito del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), Ruben Echeverría, puntualizó que los países de América Latina y el Caribe deben reforzar la inversión en investigación en ciencias agrícolas y de alimentos.
Datos citados por el especialista indican que el promedio de inversión en la región se ubica por debajo de 1% del PBI agrícola, mientras que los países de altos ingresos, la cifra se ubica en torno al 3%.
“Los presupuestos en investigación podrían incluso reducirse luego del COVID-19. Hay que redefinir las prioridades, e incluir la bioeconomía en áreas como la biotecnología, los alimentos bajos en carbono, las bioenergías y la restauración de ecosistemas, así como combinar esfuerzos entre países para afrontar mejor el menor presupuesto”, dijo Echeverría.
Por su parte, el economista jefe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Máximo Torero, manifestó que las consecuencias del COVID-19 agravarán los problemas de acceso a los alimentos, sobre todo en las comunidades más vulnerables, y agregó que la bioeconomía puede ser parte de la solución si se aborda correctamente, al ser una herramienta para expandir la frontera agropecuaria.
El IICA dijo que estos expertos formaron parte de la Conferencia Internacional de Bioeconomía Aplicada 2020, que recientemente sesionó por primera vez en la historia en América Latina, aunque de manera virtual, en un evento organizado por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina y el IICA, junto al Consorcio Internacional de Investigación en Bioeconomía Aplicada.