Las últimas cifras del INEI sobre el empleo en Lima Metropolitana indican en el trimestre móvil enero-marzo de este año este ha seguido deteriorándose, si bien a un ritmo mucho menor a la caída del 55% que registró en el trimestre abril-junio del 2020, pero todavía a tasas altas tanto en el total (-14.7%) como en el empleo adecuado (-32.1%).
Sin embargo, los impactos son diferenciados. Según categoría de empleo, en Lima hay 1.48 millones de independientes y 2.38 millones de trabajadores dependientes y las cifras muestran que el más golpeado por la pandemia en términos relativos ha sido el empleo independiente (Ver tabla).
A un año desde que empezó la pandemia, las cifras muestran que el 45%, esto es 398 mil trabajadores limeños independientes, ya no tiene un empleo adecuado; que sus ingresos promedio mensual ha disminuido en 25% (cayó en S/ 374, desde S/ 1, 515.4 a S/ 1,141.8, más de 2 veces la caída promedio del ingreso en Lima) y es el grupo donde el subempleo, en sus dos formas (sobre todo el invisible o por ingresos) ha crecido sustancialmente.
“Esa tendencia ya se veía, el golpe más fuerte de la pandemia no es a los asalariados, sino en los independientes que son los que no tienen ningún mecanismo de protección social frente a este shock pandémico”, señala Miguel Jaramillo, economista e investigador principal de Grade.
Dentro de los independientes hay profesionales y no profesionales que son el 90% y que no tienen más que secundaria completa.
Empleo adecuado
¿Cómo así un independiente tiene empleo adecuado? Se define por el nivel de ingreso de aquellos trabajadores que laboran 35 o más horas a la semana y reciben ingresos por encima del ingreso mínimo referencial.
Así, los 398 mil trabajadores independientes que ya no tienen empleo adecuado (Ver tabla) no necesariamente han perdido su empleo como tal, sino esa categoría.
“Pueden tener el mismo empleo independiente, por ejemplo, un puesto en Polvos Rosados, pero ahora obtienen menos ingresos al mes, digamos de S/ 2,500 a S/ 800, por la caída de sus ventas. Y al ocurrir eso han pasado a ser subempleados independientes por ingresos”, explica Jaramillo.
En cambio, los 162 mil menos empleos independientes sí son pérdidas. Y no tienen protección social, a diferencia de los asalariados que tienen las CTS, o los fondo de las AFP, que el Congreso les liberó. Incluso no es claro que les haya llegado algún bono del Estado porque antes de la pandemia no estaban registrados en algún padrón como pobres, refiere.
Se crea poco empleo asalariado
- Tendencia. Hasta antes de la pandemia los independientes estaban creciendo (Ver gráfico). Lo que ha venido ocurriendo es que, a partir del 2017, el empleo asalariado ha crecido muy poco en el país, la tasa promedio no supera el 1%. Eso refleja que la capacidad de generar empleo asalariado en estos años ha sido bien limitada, señala Jaramillo. Por eso la gente se genera su propio empleo y trabaja como independientes.
A sindicatos y Congreso no les interesan los independientes
Miguel Jaramillo, Economista, investigador de GRADE
Los independientes siempre han sido la población peor atendida por el Estado. A los sindicatos no les interesa y las medidas que típicamente da el Congreso no les llega porque se enfocan en los asalariados. Las nuevas cifras de pobreza en el país seguramente va a revelar un fuerte incremento en de hogares que tienen como jefe a un trabajador o trabajadora independiente.
Frente a este problema el nuevo gobierno debería abordar dos temas. Uno es la urgencia de reactivar la economía, lo cual es imposible sin la vacunación masiva, por lo que todos los esfuerzos para esto último son cruciales. Lo segundo es que como estado ya necesitamos ir hacia un sistema de protección social que no esté basado en el empleo asalariado, sino en la ciudadanía. La gente debería tener protección en salud, en pensiones, no porque tengan un empleo, sino porque son ciudadanos peruanos.
Una discusión que no hemos tenido todavía, pero que hay que tener ahora es cómo vamos hacia un sistema de este tipo. En la comisión de reforma de la protección social sugerimos ir en esa dirección, pero las críticas fueron que costaba mucho, cuando lo que proponíamos era un gasto incremental que no iba más allá de 1% al 2% del PBI, en un lapso de 5 a 10 años, mucho menos que el costo de la pandemia (6% a 8% del PBI)