Poco a poco el viejo cliché del músico "vago y desempleado" está quedando en el olvido. Sin embargo, aún queda una tara por superar: no estamos acostumbrados a pagar por la música que utilizamos.
No se trata de cuando reproduces tu playlist de Spotify para animar la fiesta del fin de semana, sino algo sencillo: utilizar una canción como fondo de un vídeo de YouTube…, o de una película.
"El volumen total de fonogramas es de US$ 13 millones en Perú", reveló Camilo Riveros, responsable de A&R en Filmtrax y CEO de Cohete Lab.
El estudio de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI) demuestra una industria creciente, pues tuvo un incremento de 19.8% en el último año. No obstante, solo es un pedazo pequeño en la torta musical peruana.
Estos US$ 13 millones solo representan el 2% de la producción fonográfica, pues, afirma Riveros, el 98% restante es informal.
Según la Alianza Internacional de la Propiedad Intelectual (IIPA, por sus siglas en inglés), los 40 principales sitios web peruanos de piratería musical reciben más de 30 millones de visitas mensuales.
"Una gran parte de su mercado potencial está perdido por la injusta competencia de páginas web de piratería operando abiertamente y ofreciendo millones de canciones ilegales vía dispositivos móviles", señaló la IIPA.
Señora leyLa informalidad puede encontrarse en donde menos lo piensen. "Está bien que un programa de videoclips pida una licencia gratuita para una canción, pero no vas a utilizarla como cuña en el programa de deportes del canal", añadió.
El especialista explicó que al no existir un marco regulatorio definido para los usos de cada fonograma, se tiene el mal hábito de solicitar derechos extra, cuando solo se debería difundir una pieza musical.
Es decir, todo bien con que se difunda la canción, pero utilizar el tema para otro producto, como una cuña, requiere de una licencia, y esta debe ser pagada.
Al otro lado de la acera, el mismo abuso ocurría con una víctima diferente. Al no haber regulación, el artista podía cobrarte US$ 3,000, por ejemplo, para usar un tema en un vídeo de YouTube.
"No es lo mismo subir un videoblog y hacer una película. La licencia va acorde al uso: vídeo online, película, podcast, etc.", observó.
Canciones del recuerdoUno de los motivos de nuestra precaria industria musical, explicó Riveros, viene desde la nefasta década de los ochenta
"Muchos migrantes fueron desplazados por el terrorismo, y la piratería se volvió una economía de subsistencia para ellos", señaló.
La informalidad fomentó que las disqueras internacionales que operaban en el país huyeran en el año 2000, y ello originó que dejen de promover la producción local.
Sin una inversión fuerte que pueda potenciar el alcance de los músicos peruanos, quedó la otra alternativa: importar canciones de artistas extranjeros.
Y esta consecuencia la arrastramos hasta ahora. "La presencia nacional en ese mercado es mínima. En el top 50 de artistas radiales aquí, solo dos son peruanos", añadió el ejecutivo.
8-bitHoy la música peruana tiene varios problemas, pero al menos la demanda se comienza a recuperar. "Las productoras se preguntan, cómo voy a hacer esta pauta publicitaria en Cusco si la disquera me manda una canción mexicana", describió.
La respuesta está en la Internet. Dentro de la torta de participación, la categoría digital de los ingresos fonográficos en Perú alcanza el 63% con US$ 8.5 millones, casi el doble que los derechos de interpretación (36%).
No obstante, si prescindimos de los US$ 6.5 millones de la subcategoría streaming, nos quedamos con una cifra un poco escueta.
Las descargas de canciones individuales en Perú, mueven anualmente US$ 311,000, mientras que la compra de álbumes completos vía digital en el mismo período es incluso menor: US$ 228,000.
Curiosamente, la sorpresa llega en 4G. El terreno móvil (ringtones y personalización del teléfono) ocupa US$ 1.4 millones en el mundo de la música digital peruana.