
En medio de un cambio climático que pone en jaque la seguridad energética, la idea de implementar la energía nuclear empieza a ganar espacio en Latinoamérica. Algunos países como Argentina, Brasil y México ya cuentan con centrales en operación, mientras que otros, como Colombia y Ecuador, avanzan en marcos regulatorios y agencias de control, pero ¿cuál es el estado en el Perú?
Actualmente el Perú depende en gran medida de la hidroelectricidad y el gas natural, pero en los últimos años la energía nuclear viene evaluándose como una posibilidad. Incluso en abril de este año el Congreso de la República aprobó una ley que promueve la generación eléctrica de origen nuclear y la instalación de reactores modulares pequeños (SMR).
Por ahora, el país cuenta con experiencia en aplicaciones nucleares para investigación, salud y agricultura, pero aún no para el uso de esta fuente en generación eléctrica, precisó Pedro Gamio, exviceministro de Energía del Ministerio de Energía y Minas (Minem).
“Perú tiene una experiencia ganada en energía nuclear básicamente orientada en temas ambientales y médicos en uso pacífico, tenemos un reactor en Huarangal pequeño. Ampliar la posibilidad de utilizar la energía nuclear para generación eléctrica es una opción, pero todavía hay otras opciones más económicas de atender el suministro de energía”, comentó a Gestión.
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¿Por qué sería necesario?
Uno de los argumentos a favor de la energía nuclear en Perú radica en la necesidad de una generación eficiente para atender la demanda las 24 horas del día.
El experto en energía, Erick García, explicó que el país enfrenta un déficit de generación eficiente, dependiendo de centrales diésel costosas como respaldo cuando las hidroeléctricas fallan o el gas escasea. Este sobrecosto en el sistema eléctrico, que ascendió a US$ 2,700 millones el año pasado, termina siendo trasladado al usuario final.
Aunque se plantea las energías renovables no convencionales como una opción más barata, estas no operan todo el día. Ante esto, la energía nuclear -que puede operar las 24 horas al día al igual que la hidráulica y la geotermia- se perfila como una opción para la generación base, es decir, las horas en las que las renovables no convencionales no operan.
“Si seguimos impulsando solamente energías no convencionales, vamos a tener en el futuro un descalce”, indicó.
Además, señaló que impulsar la energía nuclear podría ser una solución para zonas aisladas como Iquitos, que actualmente paga costos de diésel muy altos de hasta US$ 240 por megavatio-hora (MWh), con un subsidio cruzado.

¿Es viable?
Si bien la energía nuclear podría servir como complementaria, Gamio apuntó que hoy en día existen principalmente dos factores en contra: el costo para iniciar su desarrollo y el tiempo que toman estos sistemas en países como el nuestro, con una gran brecha en ciencia y tecnología.
Los altos costos iniciales son las principales barreras. Gamio recordó que una evaluación preliminar realizada para Iquitos con miras a instalar un SMR concluyó que el monto estimado era muy elevado.
“La evaluación preliminar, que se hizo porque un exministro quiso que se estudie esa posibilidad, para atender Iquitos con SMR indica que es muy onerosa todavía. Hay otras tecnologías que pueden solucionar el problema sin necesidad de incurrir en un monto tan alto”, refirió.
Gamio explicó que el gasto para la construcción de una planta nuclear llega a ser elevado debido a que exige grandes inversiones en infraestructura, protocolos de seguridad y largos plazos de ejecución.
Los expertos precisan que una vez en operación, los costos de la energía nuclear pueden ser menores, pero llegar a ese punto requiere inversiones que el Perú difícilmente podría asumir solo.
Si bien la consideró una gran opción desde el punto de vista de generación eléctrica, César Butrón del Comité de Operación Económica del Sistema Interconectado Nacional (COES) explicó que una central nuclear podría costar US$ 4,000 el kilovatio instalado, en comparación con los US$ 1,000 que puede costar una solar fotovoltaica, lo que desincentiva la inversión privada.
“En el caso de Iquitos tendría que hacerlo el Estado. Podría hacerlo un privado, pero tendrían que crear un mecanismo de repago de la inversión. Entonces la tarifa final resultante no podría ser tan baja porque si bien su costo variable es bajo, habría que recuperar la tremenda inversión”, sostuvo.
Para García, esta situación ameritaría realizar una planificación y evaluar incentivos para impulsar este tipo de generación que podría asegurar energía constante.
“Deberíamos buscar mecanismos para ayudar a esas inversiones, porque en el largo y mediano plazo es más barato para los peruanos. Si solo vemos lo más barato de construir, vas a construir siempre la no convencional y en algún momento, por emergencia o por aumento de demanda vas a usar las diésel“, indicó.
¿Cuánto podría tardar en desarrollarse?
La construcción de una central convencional grande podría demorar unos 10 años, pero teniendo en cuenta que algunas propuestas han planteado inciar con SMR, este plazo se acorta.
“Una SMR debería hacerse en 3 o 4 años, no más porque viene ya toda armada, no hay que construir. Los diseños de SMR son mucho más seguros”, apuntó Butrón.
Otro punto crítico es el proceso de acreditación internacional. Para instalar una central nuclear, el país requiere una revisión y autorización del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), un proceso que toma varios años.
El representante de COES indicó que, por ejemplo, a países como Lituania les ha tomado 10 años. Incluso información del OIEA y estudios sobre energía nuclear indican que el proceso de autorización y construcción de plantas nucleares suele durar entre 5 y 10 años.
Esto significaría que Perú, si inicia el proceso hoy, estaría a más de una década de lograr no solo la acreditación, sino también el desarrollo de un sistema de generación eléctrica nuclear.
A esto, añadió Butrón, se suma el reto de la percepción social y ambiental. Los accidentes de Chernóbil y Fukushima han generado en la población temor por una fuga radioactiva, lo que dificulta la aceptación de una central nuclear.
Además, el sur del país, siendo una zona sísmica, presentaría una oposición aún mayor, por lo que plantear la idea para zonas no sísmicas como la selva o el norte sería más factible.

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de San Martín de Porres con experiencia en radio, tv, redes sociales y medios impresos. Escribo y hablo sobre economía y finanzas desde el 2020.







