La lenta llegada de visitantes extranjeros está pasando la factura al sector turístico que todavía no alcanza los niveles de recuperación de la etapa previa a la pandemia. Solo en el 2019 se calculó el ingreso de al menos 4 millones de personas de otros países; ello, en comparación, según Mincetur, a los poco más de millón y medio que llegaron en lo que va de este año.
En un entorno en el que las cifras no son favorables, los operadores turísticos se muestran cautos en sus planes, aun en el turismo de aventura, que es preferentemente elegido por los foráneos. “Necesitamos que los mercados de Europa reingresen en mayor cantidad al país, pues los latinos están llegando, pero no suelen comprar mucha aventura”, sostiene Claudia Medina, directora de la Asociación Peruana de Operadores de Turismo Receptivo e Interno (Apotur).
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La empresaria destaca cuatro puntos como parte de la oferta de aventura que brinda nuestro país. El trekking por parajes como Choquequirao o Ausangate, ambos en Cusco; el recorrido del camino inca; los circuitos con distintas paradas en autos 4x4, y el vivencial, relacionado con el alojamiento e interacción del turista con comunidades de diferentes culturas.
“Un trekking cuesta aproximadamente entre US$ 700 y US$ 800, mientras que un circuito de 12 días un promedio de US$ 3,500, incluido hospedaje. Este último es un paquete, cuyo itinerario se puede modificar, de acuerdo al plan del cliente. El punto de partida es Lima y el final puede ser Cusco, con paradas en sitios que combinan mar, desierto y cordillera de los andes”, explica.
Mientras, el camino inca empieza en Cusco y se extiende hasta el arribo a Machu Picchu, con un recorrido de seis días. No obstante, resalta que los operadores tienen problemas con el ofrecimiento de este servicio debido al cambio de dinámica en la venta de entradas para la ciudadela.
“En lo que respecta a la oferta vivencial, se valoran mucho las experiencias en la selva, donde hay comunidades vírgenes”, refiere.
Medina destaca que dado que las tarifas son altas, es justamente el mercado americano, europeo y asiático el que mueve a este tipo de servicios, pues el turista peruano compra paquetes más básicos. En este punto, precisa que incluso países como Brasil, Colombia o México adquieren menos aventura.
“La Montaña de Siete Colores es lo que piden algunos nacionales, el resto de la oferta lo solicita mayormente extranjeros. Por ahora, la recuperación que sí tenemos casi al 100% es de norteamericanos”, anota.
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Nacionales ganan terreno
Pese a ello, el panorama no es similar en todos los casos. Una actividad de aventura que sí logró captar el mercado nacional que no tenían antes de la pandemia, es la ascensión de alta montaña, según lo indica el presidente de la Asociación de Guías de Montaña del Perú, Jean Herrera.
“Antes del 2020, un 90% de nuestro mercado era extranjero, pero ahora es 65% extranjero y 35% nacional”, expresa el operador, quien resalta que los que generalmente contratan hoy en día los servicios provienen de Israel, Alemania, Estados Unidos, México, Francia y España.
Dicha situación ha permitido que esta actividad, que se realiza, principalmente, en Huaraz, Arequipa, Cusco y Lima, alcance aproximadamente un 70% de recuperación con respecto al 2019. Y es que las tarifas también son más accesibles para nacionales y extranjeros.
“Los precios van desde US$ 120 hasta US$ 280 por día, los montos varían según la dificultad de la montaña, la altura, la experiencia del guía, entre otros factores”, precisa Herrera, a la vez que sostiene que el nevado Mateo, en Huaraz, con una altura que sobrepasa los 5,000 m.s.n.m., es uno de los más buscados por estos días.
Sin embargo, enfatiza que es importante que los turistas que deseen realizar esta actividad se aseguren de contratar a expertos que cuenten con los equipos de seguridad y, además, tengan conocimiento de la geografía del lugar. “Hay muchos guías en el mercado informal que no están realmente capacitados. Se forman en cuatro o cinco sesiones virtuales para una labor que es de campo y que, en un verdadero guía, demanda de tres años”, añade.
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Más experiencias
Si bien las alternativas son interesantes para este tipo de turismo, la representante de Apotur manifiesta que la posibilidad de ampliarlo a más opciones está sujeta a la demanda del mercado más que a la oferta del operador.
Medina sostiene que “incursionar y crear un nuevo producto es bastante complicado, sobre todo para el exterior”. Explica que ello se debe a que culturas más tradicionales como europeos o asiáticos siempre les costará mucho cambiar. “Posiblemente, una cultura más americana desee conocer otras cosas y probablemente ahí peguen nuevos circuitos de aventura”, agrega.
En tanto, la empresaria señala que queda al criterio de cada operador ofrecer nuevas experiencias como parte de los servicios que tradicionalmente comercializa, tales como traslados en cuatrimotos, práctica de parapente, entre otras actividades.
Además, tampoco deja afuera la labor del Gobierno como órgano impulsor y promocionador del turismo. “Evitemos las huelgas, que dan mala imagen al país, y solucionemos el conflicto que se genera en Machu Picchu con ese sistema de ventas físico. Eso abre las puertas a un posible mercado informal”, finaliza.
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