Obligadas por las sanciones, presionadas por los desafíos logísticos, comprometidas en la denuncia del conflicto o preocupadas por su imagen, las multinacionales aumentan los anuncios de salida o suspensión de actividades en Rusia, desde el grupo petrolero BP al gigante sueco del mueble Ikea.
“Hacer negocios con Rusia será algo cada vez menos políticamente correcto y razonable. Por el contrario, el riesgo en materia de reputación aumenta más allá del riesgo geopolítico relacionado con el conflicto y del riesgo económico generado por las sanciones”, indicó Sylvie Matelly, directora adjunta de IRIS (Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas).
Problemas logísticos
Muchas empresas están confrontadas a las perturbaciones logísticas del comercio mundial relacionadas con el conflicto ruso-ucraniano y las sanciones contra Rusia.
“Teniendo en cuenta el contexto actual inherente a las sanciones internacionales, las empresas están expuestas a un riesgo importante en sus cadenas de suministro”, indicaron Philippe Métais y Elodie Valette, abogados asociados al gabinete Bryan Cave Leighton Paisner.
Ikea, al suspender, el jueves, sus actividades en Rusia -donde es uno de los principales empleadores occidentales- y en Bielorrusia, tomó una decisión que afecta a 15,000 empleados, 17 almacenes y tres sitios de producción. “La guerra tiene un enorme impacto humano”, subrayó el grupo.
El conflicto “provoca perturbaciones graves en la cadena de producción y de comercio”, indicó Ikea, muy criticada en Suecia cuando anunció en un primer tiempo que sus almacenes seguirían abiertos.
El sector automovilístico está muy afectado por los problemas logísticos y dos de los mayores grupos mundiales, Toyota y Volkswagen, suspendieron su producción en Rusia “hasta nueva orden”.
Según las sanciones en vigor
Cualquier violación de las sanciones puede causar penalidades muy cuantiosas para las empresas.
En el sector aéreo, cuando la Unión Europea (UE) y Canadá prohibieron la exportación de aviones, repuestos y equipos de la industria aeronáutica a Rusia, Airbus suspendió sus servicios de asistencia a las compañías aéreas rusas y el suministro de repuestos, así como Boeing.
Los que emiten tarjetas de pago, como los estadounidenses Visa, Mastercard y American Express, tomaron medidas para impedir que los bancos rusos utilicen sus redes.
Las sanciones contra Rusia son “tan amplias y tan intensas que equivalen a un embargo total”, consideró el jueves Volker Treier, responsable del comercio exterior en la Cámara de Industria Alemana (DIHK). Por lo tanto, “ahora se trata fundamentalmente de liquidar los negocios” o abandonarlos, según él.
Algunas empresas se anticipan por razones de responsabilidad social, denuncias de la guerra o por prestigio.
“La preocupación por la responsabilidad social de las empresas pesa cada vez más en sus decisiones estratégicas”, constató Sylvie Matelly.
El gobierno ucraniano, recurriendo a las redes sociales, no dudó en interpelar directamente a las grandes empresas occidentales, pidiéndoles que quemaran puentes con Moscú.
Fue lo que ocurrió con Apple y su jefe, Tim Cook. El martes, Apple anunció que suspendió la venta de todos sus productos en Rusia tras haber cesado las exportaciones a ese país desde la semana pasada, y limitó algunos servicios como su tecnología de pagos Apple Pay.
Entre los anuncios más recientes, el grupo Hermès, “muy preocupado por la situación actual en Europa”, decidió el viernes “cerrar temporalmente” sus tiendas en Rusia. “Todos esos grandes grupos están sensibilizados en primer lugar por la responsabilidad social”, afirmó Philippe Métais.
En Estados Unidos, donde la presión de la opinión pública es fuerte, empresas de todos los sectores anunciaron que se separaban al menos temporalmente de las actividades.
El viernes, el grupo de microprocesadores Intel anunció su salida y denunció la invasión en Ucrania y la plataforma de alquileres turísticos Airbnb anunció su salida de Rusia.
La energía en primera línea
El sector energético, muy estratégico para los Estados y en el que es muy complicado para los occidentales aplicar sanciones, registró un alud de anuncios. Los europeos siguen siendo muy dependientes del gas ruso.
El domingo, la petrolera británica BP anunció su salida del gigante ruso Rosneft en el que tiene una participación de 19,.75%.
“La decisión de salir de Rosneft le costará mucho a BP, pero el consejo de administración, impactado, se dio cuenta de que no había más opción que pagar el precio fuerte y distanciarse de sus actividades desde el inicio de la agresión rusa”, señaló Susannah Streeter, analista en Hargreaves Lansdown.
Son muchos en el sector energético los que se fueron: el británico Shell, el noruego Equinor (controlado en 67% por el Estado), ExxonMobil...
El francés TotalEnergies, que realiza en Rusia del 3% al 5% de sus ingresos totales, “no invertirá más capital en nuevos proyectos en Rusia”, pero no mencionó ningún proyecto de retirada.