Johnson & Johnson (J&J) podría producir 1,000 millones de dosis de su posible vacuna para el COVID-19 el próximo año si es exitosa y consideraría probarla con voluntarios sanos si no hay suficientes pacientes para los ensayos finales.
J&J inició en julio ensayos de seguridad en humanos en etapa temprana para su posible vacuna COVID-19 después de dar a conocer detalles de un estudio en monos, que mostró que su candidato de mejor desempeño ofrecía una fuerte protección en una sola dosis.
Está desarrollando la vacuna en colaboración con su filial belga, Janssen.
Los ensayos a gran escala están programados para comenzar a principios de octubre y J&J apunta a tener resultados sobre la eficacia de la vacuna entre fines de este año y mediados del 2021, dijo Johan Van Hoof, jefe de vacunas en Janssen.
El martes, el presidente Vladimir Putin anunció que Rusia se había convertido en el primer país en otorgar la aprobación regulatoria a una vacuna COVID-19 después de menos de dos meses de pruebas en humanos y antes de que se realizaran ensayos a gran escala.
Van Hoof dijo que la producción de la vacuna ya había comenzado pese a los riesgos financieros involucrados, para asegurarse de que estaría disponible lo antes posible en caso de que resultara eficaz contra el nuevo coronavirus.
Varios millones de dosis estarán listas a principios del 2021, con una capacidad total de 1,000 millones de inyecciones para fin de año, dijo.
Aspectos éticos
Los resultados de los ensayos a gran escala o de Fase III dependerán de la incidencia de infecciones, dijo Van Hoof, y se esperan resultados más rápidos con una mayor transmisión del virus.
Es por eso que es probable que J&J lleve a cabo esos juicios en Estados Unidos y América Latina, las regiones del mundo que actualmente tienen el mayor número de casos.
Si las infecciones disminuyen significativamente, J&J también está considerando ensayos en los que los voluntarios se infecten con el virus para que se pueda probar una vacuna candidata con ellos.
"Estamos analizando esa posibilidad", dijo Van Hoof, y señaló que, sin embargo, esos ensayos plantearon problemas éticos que debían resolverse antes de que pudieran realizarse.
Por ejemplo, debería estar disponible una terapia eficaz contra la enfermedad destinada a minimizar los riesgos para los voluntarios expuestos al virus.