Ford, Adidas y HP se sumaron este lunes al boicot iniciado la semana pasada por varias multinacionales e informaron de planes para dejar de anunciarse en Facebook e Instagram, al considerar que una cultura “del odio” se ha apoderado del debate en estas redes sociales.
La automovilística Ford indicó en un comunicado que suspende toda su inversión publicitaria en redes sociales durante los próximos 30 días mientras lleva a cabo un proceso de evaluación, mientras que el fabricante de hardware HP abandonó Facebook hasta que observe “un entorno más seguro”.
Adidas, por su parte, paró todos los gastos publicitarios en Facebook e Instagram (propiedad de la empresa de Mark Zuckerberg) hasta que termine julio, un tiempo durante el cual desarrollará los criterios que deberán permitirle “crear y mantener entornos seguros” en las redes sociales.
También revelaron este lunes que dejarán de pagar por publicidad en Facebook la cadena de restaurantes Denny’s, el fabricante de productos de limpieza Clorox, la firma de alimentación Conagra y el conglomerado Edgewell Personal Care.
Todas estas firmas se sumaron así a la campaña #StopHateForProfit (Paremos los beneficios por odio), que promueve el boicot de las empresas a Facebook hasta que se implique más en la moderación de contenidos y elimine los mensajes que incitan al odio o difunden informaciones falsas en sus plataformas.
Hasta ahora ya han abandonado temporalmente los anuncios de pago en Facebook e Instagram empresas como Starbucks, Coca-Cola, Honda, Verizon, Unilever, Diageo, The North Face y Patagonia.
El boicot cuenta con el apoyo de varias organizaciones de defensa de los derechos civiles en Estados Unidos y se produce cuando el país vive inmerso en el intenso debate racial que se abrió tras la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un agente de Policía blanco en Mineápolis (Minesota) a finales de mayo.
De la mano de su cofundador y consejero delegado, Mark Zuckerberg, Facebook ha abanderado la no intervención en los contenidos que se comparten en la plataforma salvo en el caso de aquellos que violan explícitamente sus estándares comunitarios (que muestran prácticas sexuales o incitan a la violencia, por ejemplo), algo que cada vez le está valiendo más críticas por parte de políticos y líderes civiles.