La operadora de pagos alemana Wirecard colapsó el jueves cuando se informó que adeuda a acreedores casi US$ 4,000 millones, revelando un gigantesco agujero en sus libros que se ha transformado en el peor escándalo de contabilidad de Alemania.
La implosión de la compañía se produjo una semana después de que la empresa auditora EY se rehusara a firmar el reporte financiero del 2019, lo que forzó la salida del presidente ejecutivo Markus Braun y llevó a Wirecard a admitir que US$ 2,100 millones en efectivo en sus libros probablemente no existían.
La firma alemana dijo el jueves en un corto comunicado que su nueva administración decidió acogerse a la ley de insolvencia en una corte de Múnich “por incapacidad para cumplir con sus pagos y a una excesiva carga de deuda”. Indicó que también está evaluando si presentar declaraciones de insolvencia para sus filiales.
Wirecard se convirtió en el primer miembro del prestigioso índice DAX de la bolsa de Fráncfort en caer en quiebra, menos de dos años después de convertirse en una de las 30 principales compañías con cotizaciones bursátiles de Alemania, con una valorización de mercado de US$ 28,000 millones.
Su desaparición deja a los acreedores con escasas esperanzas de recuperar los 3,500 millones de euros (US$ 3,900 millones) que se les debe, dijo una fuente cercana al tema. De ese monto, Wirecard ha pedido prestado 1,750 millones a los bancos y 500 millones a los acreedores.
“El dinero no está”, dijo uno de los ejecutivos de bancos. “Podríamos recuperar unos pocos euros en unos años pero vamos a declarar siniestro sobre esa deuda”, añadió.
La bancarrota de Wirecard, una vez una de las más respetadas compañías de tecnología de Alemania, representa uno de los peores fracasos corporativos del país.
Las acciones de la compañía fueron suspendidas del DAX tras el anuncio del jueves y se derrumbaron en 80% una vez que las cotizaciones fueron reanudadas. Han perdido un 97% desde que el auditor EY cuestionó las cuentas públicas el jueves pasado.