El Tribunal Supremo alemán inició este martes el primer proceso por daños contra Volkswagen (VW) , el mayor fabricante de vehículos de Europa, por el escándalo de manipulación de emisiones contaminantes.
El juicio tiene una gran relevancia, pese a tratarse de una querella individual, porque concluirá en la primera sentencia de un alto tribunal alemán sobre esta cuestión, fallo en el que podrán basarse a partir de entonces todas las instancias judiciales inferiores.
La denuncia la interpuso el propietario de un VW fabricado en el 2014, y adquirido de segunda mano, que exige al fabricante la devolución integral del precio inicial del vehículo, 31,500 euros, por un “daño moral deliberado”.
Volkswagen, por su parte, argumenta que el vehículo pudo ser empleado en todo momento por su propietario, por lo que no corresponde pagar indemnización alguna.
Señala, asimismo, el fabricante que ya se actualizó gratuitamente el software del vehículo -y con eso se subsanó cualquier posible daño-. Agrega además que no tuvo parte en la venta de ese vehículo, al ser de segunda mano.
El Tribunal Supremo alemán debe evaluar si efectivamente se produjo algún tipo de daño y cuantificar, en su caso, la indemnización correspondiente.
El caso pasó primero en octubre de 2018 por la Audiencia de Bad Kreuznach, que rechazó la demanda; y luego por la Audiencia de Coblenza, en junio de 2019, que decidió que Volkswagen indemnizase con 25,600 euros al propietario, una sentencia que ambas partes recurrieron.
Volkswagen llegó recientemente a un acuerdo con 235,000 clientes -representados por la Asociación de Centrales de Consumidores- para indemnizarlos extrajudicialmente por un montante total de 750 millones de euros.
El escándalo de la manipulación de las emisiones contaminantes ha costado ya a Volkswagen más de 30,000 millones de euros en multas e indemnizaciones.
A raíz de un informe de las autoridades medioambientales estadounidenses del 2015, el fabricante reconoció haber instalado en once millones de vehículos en todo el mundo un software que reconocía cuando el vehículo estaba siendo sometido a un test de emisiones y reducía sus niveles de contaminación por debajo de los máximos permitidos.