Diez años después de su ingreso a la Bolsa, y a pesar de que su reputación perdió brillo, Facebook conserva un poder innegable, que proyecta aumentar en el metaverso.
Las imágenes, fechadas el 18 de mayo del 2012, parecen de otra época. Mark Zuckerberg toca simbólicamente la campana del Nasdaq Electronic Stock Exchange en la sede de Facebook en Menlo Park (California), frente a miles de empleados jubilosos que lo ovacionan de pie.
“En ese momento, Facebook era considerada joven, moderna, un medio de conectar a las personas entre sí (y) Zuckerberg todavía seguía siendo visto como un líder promisorio”, recuerda Carolina Milanesi, de Creative Strategies.
“Hoy lo asociamos con la manipulación política, la publicidad”, y “Facebook es percibida como una empresa hambrienta de datos”, dice.
Pero si el crecimiento del grupo es preocupante y ha provocado que la acción de Facebook, convertida en Meta, pierda casi la mitad de su valor desde principios de septiembre, la red social cuenta, sin embargo, con 2,940 millones de usuarios activos mensuales, y sigue creciendo.
“Facebook mantiene una ventaja competitiva gracias a su número de usuarios”, resume David Bchiri, un experto independiente. “Desde hace mucho tiempo se ha centrado en el objetivo de conectar a tantos usuarios como sea posible”.
“Los pequeños anunciantes pueden pensar que ya nadie se acerca a Facebook, pero es falso”, afirma Keith Kakadia, fundador de la agencia de marketing SociallyIN, especializada en las redes sociales.
La actualización del sistema operativo iOS de los iPhone el año pasado, que permite impedir que se recopilen parte de los datos de los usuarios, penalizó a Meta pero no la deslegitimó ante los anunciantes.
“Siempre recomendamos mucho Facebook en una estrategia de marca y la mayoría anuncian allí”, dice el dirigente.
“Es cierto que los jóvenes de entre 13-18 años comienzan a dejar de lado a Facebook”, pero se vuelcan a Instagram, una subsidiaria de Meta, “y eso está incluido de hecho en la estrategia de Facebook”.
El metaverso, el nuevo El Dorado
Antes de Facebook, muchos habían ensayado la creación de una red social. Desde Friendster hasta MySpace, ninguno de esos intentos prosperó, sea porque se desarrollaron demasiado rápidamente, se diversificaron sin mucho criterio o porque presentaron una insuficiente moderación de contenidos. Ahora apuntan a un nicho.
“No tenemos la vocación ni la ambición de alcanzar el tamaño de Facebook, por supuesto”, explica Jérémie Mani, cofundador de Altruwe, una red social enfocada al altruismo que cuenta con unos 10,000 usuarios.
Su objetivo, dice, es “poder demostrar que existe una alternativa” a Facebook o Twitter.
En cuanto a las redes conservadoras, que se multiplican como hongos a partir de 2016, desde Parler hasta Gettr, pasando por la reciente Truth Social de Donald Trump, tampoco “han alcanzado una masa crítica suficiente para hacerlas imprescindibles”.
“No creo que la competencia se haya equivocado”, dice Carolina Milanesi, “simplemente Facebook tuvo la envergadura necesaria para lanzarse en el momento adecuado”.
Ahora, Facebook aspira a liderar en el metaverso, esos universos virtuales en los que uno puede llevar una existencia paralela y por los que apuesta Mark Zuckerberg, hasta el punto de cambiar el nombre de su grupo a Meta Platforms.
Meta invertirá al menos US$ 10,000 millones al año en crear y desarrollar su propia versión del metaverso, a la que pretende convertir en el universo virtual por excelencia.
Keith Kakadia lo cree posible, aunque sostiene que “las marcas todavía no están pensando en cómo integrar” este nuevo espacio.
“Ya en el 2014, Facebook se posicionó en el metaverso al comprar Oculus (especialista en cascos de realidad virtual), pero nadie lo entendió”, dice. “Facebook y Mark Zuckerberg siempre han estado un paso por delante”, apunta.
“Su estrategia”, analiza David Bchiri, “consiste en ser la llave de entrada de las marcas, como sucedió con las páginas de Facebook hace diez años”.
“Hay que ser el primero, el que fija las reglas y las puede imponer”, concluye Carolina Milanesi.