En el barrio de David en El Salvador, la mayoría de sus vecinos recibe remesas de familiares en Estados Unidos. Su primo acaba de hacerle un envío. Le han dicho que ahora, usando bitcóin, ya no pagará comisiones. “Vamos a ver, esperamos que sea cierto”, asegura.
Hace unos días, El Salvador se convirtió en el primer país en autorizar el bitcóin como moneda de curso legal a la par del dólar, divisa que lleva 20 años en la economía salvadoreña.
David, de 25 años, vive en Sensuntepeque, a 80 km al noreste de la capital, San Salvador, en el departamento Cabañas, uno de los más pobres del país. Su población de 42,000 habitantes se dedica mayoritariamente a la agricultura y ganadería de subsistencia.
Pero entre sus calles estrechas y viviendas con techos de tejas o zinc abundan los negocios de envío de dinero. Según datos oficiales, Cabañas ha recibido entre enero y julio de 2021 unos US$ 200 millones desde el extranjero.
Las casas de material noble y los concurridos comercios sin evidencia de una mejora en su calidad de vida.
Remesas vitales
Todos los salvadoreños, incluso los que viven en el extranjero, pueden descargar en su celular la billetera electrónica “Chivo”, que viene con un bono de US$ 30 equivalentes en bitcóins para empezar a operar.
El plan es que todos los comercios estén habilitados para recibir bitcóins a través de esta billetera electrónica, independientemente de si, al concretar la operación, el usuario final decide recibir el monto en dólares y no en la criptomoneda.
Para convertir sus bitcóins a dólares o comprar más bitcóins, el gobierno ha habilitado 200 cajeros automáticos Chivo en todo el país.
Y quiere que su “Chivo Wallet” sea también una vía para que los salvadoreños que viven el exterior envíen remesas a sus parientes sin pagar las comisiones de las agencias de transferencia.
Las remesas “me las mandaba un primo y sí, me cobraban algo aquí el banco. Y ahora con el cajero aquí de bitcóin, pues, dice que supuestamente es sin intereses. Esperamos que sea cierto”, explica David, mientras es apoyado por una funcionaria para entender el cajero Chivo instalado a lado de la plaza principal del pueblo.
Él le avisó a su primo para que envié por la “Chivo Wallet”. Finalmente, resultó. “La transacción es rápida, me cayó al instante el dinero, vine a retirarlo aquí rápidamente”, explica. Aunque no detalla cuánto recibió.
Las remesas de la diáspora salvadoreña -2.5 millones de ellos en Estados Unidos- representa el 22% del PBI del país. En 2020 totalizaron US$ 5,918 millones.
Conociendo la volatilidad
Deysi Méndez, de 52 años, ya recibió sus US$ 30 en bitcóins en el celular y acaba de tener una lección rápida de volatilidad.
“Ahorita (tengo) 29.36... en la mañana estaba 30, ahorita ya bajó un poquito. Esperamos que suba de vuelta. Por eso no lo voy a gastar todo porque sé que va a ir subiendo poco a poco”, comenta.
“Hay mucha gente que recibe remesas todos los meses. ¿Te imaginas en un año cuánto se puede ahorrar si son 20 [por ciento de comisión] cada vez?. Yo pienso que está bien, que en un futuro poco a poco, sea por algo bueno, pueda funcionar”, dice por su parte Juan Antonio Alfaro, esposo de Deysi y camarero de 51 años.
Para el asesor jurídico de la Presidencia, Javier Argueta, sin cobros de comisiones en la Chivo Wallet, el envío de dinero será mayor. Dice que son 450 millones anuales que se pagan solo en comisiones que “nuestros hermanos en el exterior van a mandar a su familia”.
“Brincando” al “Chivo”
El bono de US$ 30 de regalo no puede ser convertido a dólares efectivos, salvo que algún entusiasta bitcoiner los compre.
Y eso es lo que hace Édgar Iraheta, quien tiene un negocio en el pueblo que ya acepta transacciones con la “Chivo Wallet”. Ya le avisó a sus contactos por WhatsApp.
“Lo que hice fue ayudarle a las personas para facilitarles el proceso, el trámite, ya que en algunos lugares todavía no se han actualizado, no han descargado la aplicación y no están aceptando ese método de pago. Lo que estoy haciendo es comprarle los bitcóins a las personas”, y darles el equivalente en efectivo, explica.
Vanessa Rodríguez, de 20 años, llega al negocio. Tras instalar la “Chivo” con la ayuda de Édgar, le transfiere el equivalente a US$ 25 y él le entrega el dinero vivo. Ella también suele recibir remesas, así que ya avisó a su familia en el exterior.
“No sé cuánto más cobraban allá, creo que si ponen 100 [dólares] están cobrando US$ 8 más. Si allá les van cobrar, que me envíen con bitcóin”, precisó.