La pandemia del COVID impulsó -hace dos años- el crecimientos de los “panes funcionales”, aquellos que son elaborados con un valor agregado que beneficia a la salud de los consumidores y que se han convertido en una alternativa de negocio para las panaderías.
“Hace más de ocho años se ha ampliado el portafolio (para la venta) de pan de quinua, kiwicha, hierro integral o el llamado Tripan recomendado por el INEN debido a que contiene harina de trigo integral, linaza, ajonjolí y aceite de oliva que favorece a la digestión y previene enfermedades neoplásicas”, explicó a Gestión el presidente de la Asociación Peruana de Empresarios de la Panadería y la Pastelería (Aspan), Pío Pantoja.
A reglón seguido, recordó que estos panes tienen como función nutrir más así como reducir la incidencia de enfermedades gastrointestinales. “Por ejemplo, la demanda del Tripan ha empezado a subir a raíz de la pandemia debido a que la población quiere reducir los riesgos de padecer cáncer al colón”.
Agregó que el COVID generó que la población tome conciencia de la importancia de tener una buena alimentación para prevenir enfermedades mortales. “El peruano aprendió que estar mal alimentado genera que sus defensas bajen, que lo hacía presa de enfermedades mortales como el COVID. Ante ello, las panaderías salieron con esta propuesta de panes funcionales por lo que desde hace dos años desarrollamos con más ahínco este tipo de panes”.
De este modo, reiteró que tras dos años de pandemia -ahora- una parte de la población está consumiendo -por ejemplo- pan integral. “El consumo per cápita de pan integral, pan con salvado está creciendo cada vez más por eso es que ahora vemos ciabatta integral. Hay pan integral en muchas formas con ajonjolí, linaza, orégano, entre otros”.
La demanda de pan funcional ha crecido a mayo 2022 en 10% aproximadamente, anotó. “Estoy seguro que va a seguir creciendo porque la pandemia está exigiendo de alimentos de mayor calidad”.
Pantoja dijo que dentro de los panes funcionales se encuentra el pan con quinua, cuyo precio es asequible a la población, tiene un mayor valor nutricional y genera una palanca de aporte en la economía de los campesinos. “Cuando consumes un pan con quinua o panqui es suficiente con uno de 40 gramos porque tiene mayor cantidad de proteínas y necesita comprar dos o tres”.
También precisó que esta es una oportunidad de negocios para las panaderías, algunas incluso importan el pan chuta de Cusco. Lo mismo paso con el pan de Huancayo. “Entre 10% a 20% de las panaderías del país en promedio se dedican a la elaboración de panes funcionales”, subrayó.
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