La capacidad adquisitiva de la mayoría de las familias se ha deteriorado por el fuerte incremento de los precios y la precarización del empleo. En el mercado laboral, el número de trabajadores ocupados ha vuelto a sus niveles prepandemia. Sin embargo, no ha ocurrido lo mismo con la calidad del empleo y el subempleo continúa siendo elevado. Como resultado, el salario promedio tampoco se ha recuperado, lo que se agrava con la mayor inflación.