¿Bono estudiantil a la vista? Uno de los primeros anuncios de Pedro Cateriano está relacionado a la posibilidad de que –desde el Estado– se evalúa la posibilidad del otorgamiento de un crédito a nivel universitario y escolar para evitar la deserción.
El anuncio –que todavía está a nivel de intención– ha sido tomado por los representantes de las universidades, institutos tecnológicos y colegios privados con beneplácito tomando en cuenta el impacto que está generando la pandemia en la educación.
En concreto se estima –de acuerdo al gerente general de la Federación de Instituciones Privadas de Educación Superior (Fipes), Luis Lescano– que cerca de 500,000 estudiantes de la educación superior (que incluye universidades e institutos tecnológicos) están en riesgo de salir del sistema y no retomar ante la falta de dinero para continuar su preparación.
A lo que se suma –según el representante de la Asociación de Colegios Privados del Perú, Jorge Camacho– alrededor de 225,000 estudiantes de colegios privados que se habrían quedado en el limbo tras la quiebra de sus centros educativos, la mayoría del sector C, D y E.
Lo que implica que más 700,000 estudiantes en promedio (aunque podrían ser más) estarían al borde de la deserción educativa.
Ante ello, ¿cómo funcionaría este crédito estudiantil que plantea Cateriano? Para el especialista en temas educativos Paul Neira es posible llevar a cabo el planteamiento de Cateriano a través del Pronabec, que ya otorga créditos estudiantiles.
“El crédito estudiantil es una práctica que ya existe en el Perú. De hecho el Pronabec –que es un programa desconcentrado del Ministerio de Educación– tiene un presupuesto muy pequeño dedicado a crédito estudiantil, que es avalado por el Estado”, explicó a Gestión.pe
Este crédito permite a los estudiantes de alto nivel académico continuar su carrera en una universidad local. Incluso hace poco se lanzó el crédito Continuidad dirigido a jóvenes con problemas económicos por el COVID-19, pero que solo beneficiará a 3,000 estudiantes.
“Esta es una práctica de política educativa que no solo hay en Perú sino también en Colombia y México. Lo que pasa es que en el Perú este mecanismo no se conoce mucho”, especificó. No obstante, agregó que uno de los problemas que enfrenta es que del presupuesto que le otorga al Estado al Pronabec casi el 90% está destinado para becas y solo 10% a créditos.
“Cuando en México o Colombia –que también tienen oficinas similares a Pronabec– se destina montos equivalentes a becas y créditos, bajo el supuesto de que el estudiante se compromete a devolver el crédito a una tasa baja y ese dinero vuelve a ese fondo para entregarle a otro estudiante, lo que implica que es un fondo revolvente. Se orienta además a estudiantes de alta capacidad o de carreras que el Estado decide promover”, detalló.
Así para Neira una posibilidad –si es que el Gobierno acepta la propuesta del premier– sería trabajar en la ampliación del presupuesto que se destina para el crédito educativo que otorga el Pronabec.
Otra posibilidad sería generar un mecanismo paralelo. “Aunque lo natural sería que se apunte a trabajar esta iniciativa a través del Pronabec”, subrayó.
Esta medida no solo ayudaría a los estudiantes que están en riesgo de deserción sino también aquellos -en la educación superior- cuyas universidades fueron cerradas por la Sunedu y que no han logrado integrarse a una universidad licenciada por problemas económicos.
“¿Qué nos va a costar más caro que el estudiante no vuelva a clase o que el Estado arme esta estrategia de crédito estudiantil para que siga yendo a clase? Lo que le cuesta más al Perú es que el estudiante abandone sus estudios, ya que si ello ocurre no va a volver a estudiar. Lo que implica que ese joven va a tener que tomar el trabajo que pueda ya sea mal remunerado o en la informalidad, por lo tanto su capacidad de generar riqueza es nula por lo que al Estado peruano le va a costar más que el presupuesto que tiene que derivar para un crédito estudiantil”, indicó.
“Si dejemos que los estudiantes no retornen a clases y no se destine –por ejemplo– S/ 350 millones para el otorgamiento de préstamos estudiantiles bajo una lógica de crédito revolvente, al Perú no le va costar S/ 350 millones sino uno a dos puntos del PBI en competitividad. Solo un punto del PBI equivale S/ 6,000 millones”, remarcó.
En ese sentido, consideró oportuno que el ministro de Educación convoque a todos los involucrados y especialistas a una mesa de trabajo para discutir los mecanismos que se deberían implementar para el otorgamiento de los créditos, de tal forma que pueda desarrollarse de inmediato.
-Cuánto podría destinar el Estado a los créditos estudiantiles-
Para el gerente general de The Learning Factor el Estado podría destinar no más de S/ 500 millones.
“Me atrevo a decir que la implementación de créditos estudiantiles en la modalidad de revolvente no es una medida cara. En los primeros años el Estado va tener que dotarle de presupuesto hasta que -por el efecto revolvente- pueda sostenerse. Me atrevería a decir que los fondos a destinarse no deben exceder los S/ 500 millones e incluso creo que podrían destinarse fondos que por efecto de la pandemia no se ejecutarán”, añadió.
En ese sentido, consideró que con los cálculos adecuados será posible contar con recursos para llevar adelante el planteamiento del premier.
Por último, indicó que para determinar los créditos a otorgarse (montos) se debería analizar bajo la lógica de costos diferenciados ya que el gasto en educación no es igual en todas las regiones del país.
“No es lo mismo lo que se gasta en un Instituto Superior Tecnológico de Piura en relación a otro de Madre de Dios. No podemos -por ejemplo- dar S/ 100 a todos los estudiantes ya que vamos a perder la oportunidad de atender la particularidades de cada región y contextos. Se tiene que considerar este elemento al momento de diseñar la estrategia para el otorgamiento de créditos”, puntualizó.
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