Por Faye Flam
No hay una manera segura de salir de nuestros confinamientos preventivos y reiniciar la economía antes de que aparezca una vacuna efectiva contra la Covid-19, pero hay formas inteligentes y basadas en la ciencia de hacerlo.
La pregunta no se puede dejar del todo en manos de los expertos. No es tanto un problema de seguridad como uno de ética; muchos de nosotros aceptaríamos cierto riesgo de morir a cambio de regresar a una vida mejor vivida. Sin embargo, ponernos a nosotros mismos en riesgo implica poner en riesgo a otros, y muchos tienen mayores probabilidades de morir.
Dicho esto, los hechos científicos, claramente comunicados, nos pueden ayudar a tomar decisiones informadas sobre cuándo reabrir. Al respecto, los expertos tienen algunas buenas ideas.
El exdirector de los Centros para el Control de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) Tom Frieden presentó algunas en una conferencia virtual reciente. Ahora, como director ejecutivo de una iniciativa de salud llamada Resolve to Save Lives, él y sus colegas han llegado a tres criterios para determinar cuándo podemos recuperar nuestra libertad.
El primero es evidencia de que las tasas de infección están bajando, aun cuando las pruebas están incrementando. Hay señales de que esto está a punto de ocurrir en California, y Nueva York puede no estar muy lejos.
Los casos siguen en aumento en muchos otros estados, pero hay buenas razones para creer que las medidas de distanciamiento social cambiarán eso a finales de abril y en mayo. El plan de Frieden también exige una nueva fase de cuarentena si el aumento en los casos vuelve a amenazar la capacidad del sistema de salud.
El segundo requisito es la creación de infraestructura de pruebas y rastreo de contactos a gran escala, de modo que cualquier persona con síntomas pueda practicarse una prueba, al igual que cualquiera que haya estado en contacto con esa persona.
Lo último es un sistema de salud más fuerte. Eso significa que todo el personal de los hospitales cuente con máscaras y demás equipo de protección apropiado, y que todos los hospitales tengan la capacidad de manejar una rápida duplicación de los pacientes en cuidados intensivos. También necesitamos nuevas instalaciones de cuidado de la salud para los habitantes de calle y otras personas que no puedan recuperarse en casa si se enferman pero no requieren hospitalización.
La importancia de la preparación del sistema de salud no puede subestimarse, asegura el profesor de virología de Purdue David Sanders. Eso significa preparar a todos los trabajadores de la salud, no solo a los que tratan a pacientes con Covid-19.
Algunas de las personas que acudan a los médicos o los hospitales por otras razones pueden ser infecciosas, lo que pone a médicos y enfermeras en riesgo de contagiarse e infectar a otros pacientes. Los hogares para ancianos también tendrán que implementar cambios para disminuir la probabilidad de que el virus se propague entre sus residentes.
Entre 5 y 10 millones de pruebas diarias es la cúspide de un plan similar diseñado por un grupo de académicos liderado por la profesora de ciencia política y ética de Harvard Danielle Allen. Por supuesto, es caro, pero menos que quedarnos confinados en nuestros hogares o permitir que el virus arrase con con país, dicen Allen y sus colaboradores.
El economista Rajiv Sethi, uno de los arquitectos del plan, asegura que las pruebas regulares deberían empezar con los trabajadores de la salud, las personas en la industria de los alimentos y los trabajadores de salubridad, antes de extenderse a la población general.
Las pruebas se combinarían con el rastreo de contactos, realizado al menos en parte a través de los teléfonos inteligentes, dice Sethi, profesor de Barnard College y la Universidad de Columbia, y profesor externo del Instituto Santa Fe.
Singapur y otros países ya lo están haciendo, y la semana pasada Apple y Google anunciaron planes de crear una aplicación de rastreo de contactos por Bluetooth. En teoría, una vez una persona da un resultado positivo, el sistema podría alertar a todos aquellos que han tenido contacto reciente con ella. Esas personas podrían someterse a pruebas rápidamente.
Con todos esos planes, el tiempo depende del compromiso de los gobiernos.
Otra posibilidad, sin tanta inversión en pruebas y rastreo de contactos, es un distanciamiento social intermitente. En un artículo publicado el martes en Science, el epidemiólogo de Harvard Marc Lipsitch y sus colegas examinan cómo podría funcionar.
Si somos afortunados y las personas que han tenido el virus permanecen inmunes por un año o más, la relajación del distanciamiento social durante el verano tendría la ventaja de crear inmunidad colectiva, lo que reduciría el contagio futuro al disminuir el número de anfitriones susceptibles.
No obstante, durante el otoño podría aparecer otro pico, especialmente si hay algo de variación estacional, así que necesitaríamos una buena vigilancia para reiniciar el distanciamiento social a tiempo. Esos periodos de distanciamiento social intermitente pueden prolongarse hasta 2022 a menos que aparezca una vacuna o haya avances considerables en el tratamiento.
Peter Sandman, consultor de comunicación de riesgos, dijo en un correo electrónico que también necesitamos una mayor comprensión del público. Muchas personas no entienden realmente por qué estamos en cuarentena.
Si se les pregunta, dicen algo de aplanar la curva, pero si se les presiona preguntando qué significa eso “se confunden”, dice.
Creen que es poco probable que se contagien si abrimos en el momento correcto y siguen el consejo de los expertos sobre el lavado de manos. “Eso sería un error”, asegura.
Los avances científicos pueden ayudar a las futuras tasas de infección y de muertes, a medida que aprendemos cómo se propaga la enfermedad, cuánta inmunidad retienen las personas después de la infección y cuáles opciones de tratamiento funcionan mejor para los enfermos de gravedad. Sin embargo, las personas se infectarán sin importar cuándo se acabe la cuarentena y algunas morirán. Eso se debe entender.
Mantener la economía cerrada tampoco es “seguro”, dice Sandman. En alguna parte, una persona con un tumor maligno no está recibiendo tratamiento, y alguien que ha perdido su trabajo se suicidará.
Del mismo modo, la reapertura de la economía no significa que todo siga como antes. Algunos negocios habrán desaparecido, advierte el economista Sethi. Las personas tendrán que volver a capacitarse para otros tipos de trabajos. Reiniciaremos la economía, pero no será la misma economía.
Frieden, al revelar su plan basado en la ciencia, bromea diciendo que es una cuestión de datos, no de fechas. Sin embargo, el grupo de Allen, sobre la base de la ética y la economía, señala que es malo para la moral y para los negocios mantener a las personas en cuarentena indefinidamente.
En últimas, la decisión de cuándo reabrir no es científica, sino moral, con base en la ciencia:¿cuánto riesgo de coronavirus estamos dispuestos a aceptar?