(Bloomberg) La economía mundial está tomando impulso, pero esto es engañoso. Los cimientos de la expansión son flojos, se caracterizan por un débil crecimiento de la productividad y por la desigualdad. Ambas cosas se relacionan.
El problema de productividad que enfrentan las economías avanzadas del mundo precede por más de una década a la crisis financiera. Cuando miramos más allá de las estadísticas que ocupan titulares, afloran patrones.
Las economías avanzadas se han vuelto menos dinámicas y corren el riesgo de volverse escleróticas a menos que se reactive el afán de reformas.
Es esencial que comprendamos cuáles son las tres fuentes del actual estancamiento de la productividad en particular, e identifiquemos las reformas claves necesarias para enfrentarlas.
Primero, la desaceleración de la productividad enmascara una creciente brecha de desempeño entre las empresas más productivas y las menos productivas. El panorama para las firmas del sector de servicios es aún peor.
La divergencia no es causada tan solo por empresas ubicadas en las fronteras de su sector, que empujan las barreras tecnológicas, sino también por un estancamiento de la expansión productiva en lo que puede llamarse compañías rezagadas que no han adoptado las mejores prácticas de las líderes.
Estas son también malas noticias para la inclusión, ya que la creciente desigualdad salarial puede atribuirse en gran parte a las progresivas desigualdades en los sueldos promedio de las compañías: las de gran productividad pagan altos salarios y las de menor productividad, bajos.
Segundo, en los mercados de buen funcionamiento esperaríamos fuertes incentivos para que las compañías productivas se expandan dinámicamente y desplacen a las menos productivas. Ha ocurrido lo opuesto.
La propensión de las compañías de alta productividad a expandirse en tanto las de baja productividad se achican o salen del mercado ha declinado con el tiempo. Este patrón es evidente en Estados Unidos y se destaca en particular en el sur de Europa, donde un capital escaso ha sido mal asignado entre las firmas de baja productividad.
Tercero, en todos los 35 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos vemos una caída del dinamismo del sector empresarial.
No solo ha disminuido la cuota de ingresos recientes al mercado, sino que además las compañías marginales, que normalmente saldrían o se reestructurarían en un mercado competitivo, tienen mayores probabilidades de permanecer. Al mismo tiempo, la productividad promedio de estas empresas marginales ha caído. En otras palabras, sobrevivir se ha vuelto más fácil para las compañías débiles que no se adaptan a la más reciente tecnología.
La supervivencia de compañías débiles reduce la productividad promedio, pero las consecuencias para el crecimiento son aún peores. Como tales firmas utilizan recursos escasos, su supervivencia prolongada (o la demora en reestructurarlas) infla los salarios con relación a la productividad, deprime los precios del mercado y socava las inversiones –todo lo cual desalienta la expansión de las compañías productivas, en particular las startups, y amplifica la disparidad de habilidades.
Hoy, el riesgo es que este fenómeno pueda contribuir a un período de estancamiento macroeconómico, como ocurrió en Japón en los años 1990.
En Italia, por ejemplo, la cuota de reserva de capital volcada a "firmas zombis" –firmas viejas con persistentes problemas para cumplir con el pago de intereses– subió de 7% en 2007 a 19% en 2013.
Esta creciente congestión del mercado ocasionada por las firmas zombis tal vez represente un cuarto de la declinación posterior a la crisis en las inversiones empresariales italianas y es también un factor clave en el aumento de la mala asignación del capital.
Los gobiernos deberían enfocarse en poner en orden los elementos básicos. Esto supone evaluar la situación de los mercados de producción, de trabajo, de capital y de la vivienda para asegurarse de que las empresas productivas puedan prosperar, facilitar la reestructuración de las compañías débiles y acrecentar la movilidad laboral de modo que los trabajadores también se beneficien.
El corolario es que los gobiernos deberían considerar con modestia lo que sus intervenciones selectivas o específicas pueden lograr. Hasta los más exitosos capitalistas de riesgo de Silicon Valley tienen dificultades para predecir quiénes serán los ganadores..Las fuentes de la debilidad estructural en la productividad de la OCDE sugieren que las estrategias de reforma deben contener al menos dos elementos mutuamente fortalecedores, centrados en las compañías y en los trabajadores.
En primer lugar, las reformas que promuevan entradas y salidas más eficientes del mercado son vitales. No es coincidencia que las compañías rezagadas hayan caído aún más respecto de la frontera de la productividad global en los servicios de mercado, donde las barreras a la entrada y a la competencia siguen altas.
E investigaciones de la OCDE que pronto se publicarán muestran que los recursos escasos siguen atrapados en las "firmas zombis" en parte porque las normas de quiebra en muchos países no facilitan la reestructuración o la salida del mercado en forma oportuna.
Segundo, las políticas para ayudar a los trabajadores a adaptarse al cambio tecnológico, y acelerar la rotación de firmas y empleos, son esenciales. La recapacitación y los servicios de inserción laboral son particularmente efectivos porque permiten retornar al trabajo a individuos desplazados cuando sus compañías cierran.
Esos trabajadores suelen ser mayores y tienen una permanencia más prolongada en la firma, por comparación con otros trabajadores desplazados, lo que les dificulta encontrar nuevo empleo.
Las políticas que aceleran la destrucción creativa pueden tener poderosos efectos en la productividad, aunque pueden resultar políticamente contenciosas.
Pero su factibilidad política puede aumentarse con medidas que ayuden a los trabajadores despedidos a encontrar nuevos empleos. Y tales políticas del mercado laboral son más efectivas cuando las barreras reguladoras a la entrada y al crecimiento son bajas, ya que las oportunidades de trabajo son más abundantes donde firmas nuevas e innovadoras pueden ingresar al mercado y crecer.
No hay una solución única para el problema de la productividad. Pero con el tiempo, una estrategia centrada en alentar la innovación en las firmas, facilitar la entrada y salida del mercado y ayudar a los trabajadores a adquirir nuevas herramientas puede combatir las debilidades estructurales que afligen a las economías de mercado avanzadas.
Despejar la senda para un mayor crecimiento de la productividad es la manera más directa de asegurarse de que la expansión económica ayude a los trabajadores y no se diluya.
Esta columna no refleja necesariamente la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.