Tras una recesión en el 2023, se proyecta que la economía peruana “rebote” este año. La duda es si ese rebote será suficiente para impulsar la creación de empleos de calidad, aumentar los ingresos de los trabajadores -para que finalmente superen el nivel prepandemia-, y, en general, mejorar la calidad de vida de los peruanos. El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) se han mostrado optimistas sobre el tema: ambos proyectan que el producto bruto interno (PBI) crecería 3% en el 2024. Sin embargo, no todos apuntan al mismo porcentaje.
El Banco Mundial (BM) publicó su último Global Economic Prospects, de enero 2024, donde proyecta que la economía de Perú “rebotaría” 2.5% este año, cifra que se ajusta de un 2.7% proyectado en octubre último (en su World Economic Outlook).
“Se proyecta que el crecimiento en Perú repunte al 2.5% en 2024 y al 2.3% en 2025, después de contraerse un 0.4% en 2023. Se espera que la expansión de la producción de las principales minas de cobre contribuya a una actividad más sólida. Además, como la inflación sigue una trayectoria descendente, es probable que nuevas reducciones de las tasas de interés oficiales respalden el crecimiento durante el período previsto”, dice el BM para el país.
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Sin embargo, refiere que “la incertidumbre política continúa afectando la confianza de los consumidores y las empresas y obstaculizando los proyectos de inversión”. Agrega que aunque se espera que el precio del cobre disminuya modestamente en 2024, el aumento de la producción minera seguirá contribuyendo al crecimiento general de las exportaciones.
Otro factor que se suma es lo esperado para China, uno de los principales socios comerciales del Perú. Se pronostica -dice el BM- que el crecimiento del país asiático se desacelerará en 2024-2025. Si el crecimiento de China resultara más débil de lo proyectado, podría haber importantes efectos de contagio de la demanda externa en América Latina y el Caribe (ALC).
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“Un crecimiento más débil de la construcción y la manufactura en China se traduciría en una demanda más débil de las principales exportaciones de productos industriales de ALC, en particular los metales. Esto representa una vulnerabilidad significativa para varias economías de la región, pero particularmente para Chile y Perú. Una relación de intercambio más débil probablemente daría lugar a un crecimiento más lento del ingreso y del consumo en estas economías”, apunta.