Por Chris Bryant
La enfermedad conocida como COVID-19 se convirtió en una pandemia porque pasajeros cargaron el nuevo coronavirus con ellos hacia todas partes del mundo.
A medida que este mensaje quedó claro, aerolíneas inmovilizaron casi todas sus flotas, gobiernos emitieron restricciones de viaje y cuarentenas obligatorias, y se cancelaron atracciones turísticas y conferencias. Sin razón alguna para volar, una recuperación rápida de los viajes aéreos parecía poco probable. Warren Buffett abandonó sus acciones de aerolíneas, afirmando que el “mundo ha cambiado”.
Además, los pasajeros tampoco se sentirían seguros dentro de un tubo metálico durante horas, ¿verdad?
Afortunadamente para la industria, si no es por el clima, las barreras aparentemente insuperables para los viajes aéreos han comenzado a parecer menos desalentadoras. “Creemos que lo peor ha pasado y estamos en alza”, dijo el director de American Airlines Group Inc., Doug Parker, después de un aumento en los viajes durante el fin de semana festivo del Día de los Caídos en Estados Unidos.
Los inversionistas han tomado nota. El índice de acciones Bloomberg Americas Airlines ha repuntado casi un tercio desde el mínimo de mediados de mayo, y las aerolíneas europeas han logrado ganancias similares. Las acciones del operador turístico alemán Tui AG también han subido.
Tal optimismo parece discordante cuando las aerolíneas, incluida American Airlines, están a punto de recortar miles de empleos. La mayoría todavía está quemando grandes cantidades de efectivo. Deutsche Lufthansa AG necesita un rescate de 9,000 millones de euros (US$ 10,000 millones), y Latam Airlines Group SA se acogió al capítulo 11 junto con la compañía latinoamericana Avianca Holdings SA la semana pasada.
Pero Parker probablemente tenga razón al esperar una recuperación continua, al menos en rutas nacionales y de corta distancia. Esto no será suficiente para estabilizar a las endeudadas aerolíneas, y una recuperación total de la demanda probablemente no ocurrirá antes de un par de años más.
No obstante, en este momento, la desesperada industria agradece toda buena noticia. Falta un largo camino para que las rigurosas medidas de higiene que las aerolíneas han anunciado restablezcan la confianza de los pasajeros.
El operador europeo de bajo costo Ryanair Holdings Plc espera operar a 40% de su capacidad normal a partir de julio, y la forma en que se están formando las reservas sugiere que dichos aviones probablemente irán al menos medio llenos.
EasyJet Plc ve tendencias “alentadoras” y señala que las reservas de invierno son más altas de lo habitual para esta época del año, aunque parte de eso puede deberse a que las personas tienen cupones de reembolso y están reservando viajes cancelados.
El extenso programa de vuelos de verano de Ryanair parecía prematuro hace un par de semanas, pero están relajando las restricciones de viaje que impedían a los europeos moverse por el continente.
A partir de julio, España abandonará su requisito de cuarentena durante 14 días para llegadas internacionales. Gran Bretaña impuso una norma similar pero está bajo inmensa presión de desecharla. Tardará más tiempo abrir los vuelos entre Europa y EE.UU., pero incluso en esto hay señales alentadoras de voluntad política para que la gente vuelva a viajar.
Hace un mes, el director ejecutivo de United Airlines Holdings Inc., Scott Kirby, lamentó que no habría una recuperación en los vuelos hasta que atracciones como Disney World y los museos de París abrieran nuevamente.
Bueno, abrirán pronto. Ya es posible visitar la Acrópolis de Atenas y la Basílica de San Pedro en Roma. Los parques y museos de París reabrirán a partir de junio. La capital francesa generalmente está inundada de turistas en esta época del año, por lo que hay un incentivo para que los viajeros lleguen de primeras.
Walt Disney World espera reabrir su parque de Florida a partir de julio, aunque con tapabocas obligatorios y la prohibición de abrazar a los personajes favoritos de Disney.
He escrito antes sobre cosas como el uso de tapabocas y tener que pedir permiso para usar el baño que harán que volar sea aún menos agradable. Pero estas medidas podrían hacer que los pasajeros se sientan más seguros. Por ejemplo, mientras que las batas y otros equipos de protección personal para la tripulación de cabina de Emirates son un poco intimidantes, es probable que tranquilicen a algunos viajeros nerviosos.
Al igual que con SARS hace casi dos décadas, existen preocupaciones comprensibles sobre el contagio de coronavirus dentro de la cabina del avión, probablemente de alguien sentado cerca. La evidencia no es exhaustiva o concluyente, pero hasta ahora hay sorprendentemente pocos casos documentados de que esto ocurra con COVID-19.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo solo conoce un caso en el que una persona transmitió el virus a más de una persona a bordo. No es sorprendente que los fabricantes de aviones Airbus SE y Boeing Co. estén estudiando el tema intensamente.
Hay otras razones plausibles por las que volar podría ser más seguro de lo que se piensa: el aire se filtra y se llena con frecuencia desde el exterior, los asientos actúan como barrera y los pasajeros no se mueven mucho por la cabina. Cantar, gritar y hablar en voz alta no es tan plausible en un avión.
Muchos pasajeros igual preferirían que el asiento del medio estuviera vacío. No obstante, como he escrito antes, a menos que los precios de los boletos suban, eso obstaculizaría gravemente la capacidad de las aerolíneas para alcanzar el punto de equilibrio.
Por supuesto, cuanto más tiempo esté alguien a bordo, mayor será la probabilidad de que esté expuesto a una infección. Por lo tanto, las personas podrían sentirse más cómodas en vuelos nacionales y de corta distancia antes de estar dispuestas viajar al otro lado del mundo.
Es probable que las empresas tarden más tiempo en sentirse cómodas con el riesgo (y la posible responsabilidad) de que sus empleados viajen por negocios.
Cerca de la mitad de los clientes corporativos de American Airlines encuestados aún tienen una prohibición de viajar, aunque es una cifra inferior a los dos tercios en el pico de la crisis. Millones de pasajeros potenciales también han perdido sus empleos y no podrán viajar durante las vacaciones.
Y luego están las cicatrices psicológicas de la cuarentena prolongada. Estar afuera ahora se siente mucho más seguro que estar en cualquier tipo de espacio confinado. Una estadía en un Airbnb podría ser preferible a subirse a un avión.
Para aquellos dispuestos a asumir el riesgo y que pueden encontrar un seguro de viaje adecuado, les espera una oportunidad única. ¿Quiere ir a Venecia sin las multitudes? La oportunidad es ahora.