Tom Ford soñaba con ser actor y probó suerte haciendo de modelo en campañas publicitarias al tiempo que estudiaba arquitectura, sin embargo la moda se cruzó en su camino y alcanzó el éxito mezclando sexualidad, sensualidad y diseño, un cóctel explosivo que revolucionó la moda y su manera de entenderla.
Desde la década de 1970, Tom Ford, que mañana cumplirá 60 años, generó una nueva cultura de la moda y revolucionó la manera de entenderla con unos apuntes de sexualidad elegante.
Siempre impecable, bronceado, con traje de chaqueta negro hecho a medida y camisa blanca desabrochada hasta el tercer botón, el tejano, Tom Ford, que mañana cumplirá 60 años, es icono del mundo textil y autor de “un explosivo cóctel compuesto de sexualidad, sensualidad y diseño, ingredientes bien perfilados que sedujeron a todos”, recuerda la experta en moda Pepa Fernández.
Creció en Santa Fe, Nuevo México y a los 17 años de edad, Tom Ford se trasladó a Nueva York con la idea de estudiar arquitectura y diseño de interiores en la prestigiosa escuela Parsons, pero su sueño era la interpretación, ser actor.
Hizo algunos trabajos como modelo y se dio cuenta de que la arquitectura y la moda tenían mucho en común. Con algunos de sus proyectos, se presentó en las oficinas de Cathy Hardwick y salió con su primer trabajo en un taller de moda.
Comenzaba la década de los 80 cuando se instaló en París para trabajar en la firma Chloé donde ordenaba armarios y hacía pedidos. Un contrato mejor con la empresa Perry Ellis le llevó de vuelta a América.
Su trabajo allí no le emocionaba, así que hizo de nuevo las maletas rumbo a Europa. En 1990, le llegó una de las aventuras más apasionantes de su vida: trabajar para Gucci.
Empezó poniendo orden en su vetusta trastienda. Cuatro años después presentó su primera colección. En 1995, con diseños para Gucci reescribió las normas de la moda, al tiempo que aportó brilló a la mítica casa italiana con ceñidas blusas de satén, atrevidos logos y trajes de noche que recordaban lo mejor de Halston.
Trajes de raya diplomática para hombre y mujer, camisas ajustadas al cuerpo y una brillante letra G, de Gucci, son los elementos que conforman la inconfundible imagen que creó para la casa italiana con la que consiguió que la empresa pasara de un valor de US$ 230 millones a US$ 3 billones.
En Yves Saint Laurent (YSL) trazó un plan de mercado a imagen y semejanza de Gucci, pero adaptado a la sofisticada “maison” parisina. En el 2004 llegó el fin de la era Tom Ford a ambas casas.
“El éxito de Ford radica en una mezcla de sensualidad e instinto comercial estadounidense con elementos de la artesanía italiana”, así lo cuenta el libro “ABC de la Moda”, editado por Phaidon.
Y tras el éxito, bajo el ritmo de creación de moda y entró a explorar nuevos caminos con una línea de belleza para Estée Lauder y lanzó su Black Orchid, su primer perfume.
Abrió su primera tienda en la neoyorquina Madison Avenue con una colección íntegra de prêt-a-porter para hombre. Todo un éxito que culminó dos años después con su primer proyecto cinematográfico: “A Single Man” (“Un hombre soltero”, 2009). En el 2016 estrenó su segunda película “Nocturnal Animals” (“Animales nocturnos”).
En la actualidad, Ford, con dos películas como director, trabaja el lujo en su máxima expresión, eso sí con sutiles pinceladas de sensualidad.