Decidido a demostrar la eficacia de un método para proteger las obras de la Galería de los Uffizi, el director del museo se subió a una escalera y tiró la bicicleta de un empleado contra un vidrio fabricado especialmente para evitar que vándalos puedan tocar cuadros como la “Primavera” de Botticelli.
Las barreras casi invisibles tenían una ventaja adicional, dijo complacido el director, Eike Schmidt, tras comprobar que los vidrios funcionan bien: Al no ser necesarios cordones para mantener alejados a los visitantes, la gente podrá ver más de cerca las obras.
“A veces tocan el vidrio con sus narices”, dijo Schmidt, un historiador del arte alemán que en el 2015 pasó a ser el primer extranjero que dirige los Uffizi. “Lo vemos todas las mañanas, porque todas las mañanas limpiamos los vidrios y vemos las marcas de varias narices”.
Bajo la dinámica dirección de Schmidt, los Uffizi se han renovado y los ingresos han aumentado. Se retocaron las salas para exponer mejor las obras de artistas renacentistas como Botticelli, Rafael, Miguel Ángel y Leonardo da Vinci. Un video en el que Schmidt invita a Ed Sheeran, The Cure, Eddie Vedder y sus aficionados coincidiendo con un festival de música rock trató de ampliar la audiencia.
Pero, ¿este renacimiento de los Uffizi y de otros museos italianos estará llegando a su fin?
El gobierno populista que asumió el año pasado y un creciente sentimiento nacionalista están remeciendo los museos administrados por el estado. Reformas aprobadas en el 2014 por un gobierno izquierdista dieron considerable autonomía a instituciones venerables pero a veces un tanto anquilosadas. Y ha surgido un movimiento de contrarreforma que amenaza con volver a centralizar el manejo de fondos y con dejar nuevamente en la burocracia de Roma la toma de decisiones.
Las medidas del 2014 permitieron asimismo que extranjeros y candidatos ajenos a la pesada burocracia estatal se postulasen para dirigir los 20 principales museos, un cambio que buscaba priorizar los méritos por sobre la nacionalidad y el servicio al estado.
Schmidt no hubiera podido sacar adelante su visión de los Uffizi sin esa iniciativa. Pero él y al menos otros dos directores de museos, de los siete que fueron contratados en esta nueva etapa, planean dejar sus cargos al cumplir sus contratos de cuatro años en octubre. Otros están en una situación incierta.
Sentado en uno de los bancos que hizo instalar para que la gente pudiera admirar cómodamente los cuadros, Schmidt señaló que en las dos últimas décadas se dio “más poder, de un modo u otro”, a los museos locales o regionales. La decisión de abrir las puertas a directores extranjeros fue un “punto de inflexión”, según él.
Ahora, sin embargo, hay “tensiones” entre los partidarios de esa estrategia y quienes apoyan “una tendencia contraria, de reforzar el centro, el gobierno de Roma”, expresó Schmidt en una entrevista con la Associated Press.
En junio se aprobó una restructuración promovida por el ministro de la cultura Alberto Bonisoli que deja muchas decisiones nuevamente en manos de ese organismo y priva a los museos de su autonomía. Los Uffizi no fueron incluidos en esa medida, pero la Galería de la Academia, donde se encuentra el David de Miguel Ángel, que es un símbolo de Italia, sí corre peligro de perder su autonomía.
Se especula que la Academia podría pasar a ser parte de los Uffizi, que supervisa el Palacio Pitti y los Jardines Boboli desde el 2014. ¿Cambiará de parecer Schmidt y seguirá por otros cuatro años?
Schmidt evitó responder esa pregunta. Se limitó a decir que en el 2017 había anunciado que asumiría la dirección del prestigioso Museo Kunsthistoriches de Viena. Ese museo, por su parte, dijo a la AP la semana pasada que Schmidt asumirá su dirección en noviembre, un mes después de que caduque su contrato con los Uffizi.
Schmidt no reveló por qué aceptó otro trabajo en la mitad de su contrato.
Pocos meses antes de que informase de su decisión de irse un juzgado había fallado a favor de un funcionario que cuestionó la contratación de extranjeros para dirigir museos. Posteriormente, sin embargo, un tribunal superior dijo que todos los ciudadanos de la Unión Europea estaban habilitados para ocupar esos cargos, incluso si no eran italianos.
Otros directores extranjeros de museos que también se irán dicen que su decisión obedece a una combinación de factores, incluido el creciente nacionalismo que se percibe en Italia, una mentalidad burocrática y la tendencia de los italianos a tomar decisiones a último minuto.
Peter Assmann, director austríaco del Palacio Ducal de Mántova, dijo que trató de sondear al ministerio de cultura para ver si estaban satisfechos con su trabajo a principios de año. “No me dieron pista alguna, de modo que tomé la decisión de irme” y aceptó un puesto en Austria.
“Cada uno de nosotros trajimos más visitantes y más dinero”, expresó Assmann, aludiendo a los siete directores de museos que no son italianos.
Como director de la Galería Nacional de las Marcas de Urbino, su compatriota Peter Aufreiter organizó conciertos y bodas en ese palacio renacentista. Pero “con esta contrarreforma, no me sentía útil al 100%”, comentó el austríaco a una agencia noticiosa italiana. Por ello también se irá a un museo de su patria.
En Milán, la renovada Pinacoteca de Brera cautiva a los visitantes.
“No hay una sola sala que no haya sido cambiada”, dijo su director James Bradburne, un británico-canadiense.
Cuando se le preguntó si seguiría otros cuatro años, respondió: “No puedo decirlo hasta que me lo pidan”. Indicó que el ministerio de cultura no le había hablado de renovar su contrato.
El ministro de cultura Bonisoli dijo que la “contrarreforma” era una “reorganización” necesaria para combatir el despilfarro y el “comportamiento oportunista” de otros museos del exterior. Aludía, aparentemente, a los esfuerzos del Louvre de París por recibir a préstamo tantas obras de Leonardo como fuese posible para marcar los 500 años de la muerte del genio del Renacimiento.
Al analizar los logros de su gestión, Schmidt se mostró particularmente complacido con la redistribución de obras de Botticelli, esparciéndolas más, en un esfuerzo por evitar que se aglomerase tanta gente en un mismo sitio. “La gente se peleaba por acercarse”, relató.
También habló de sus iniciativas para atraer a gente joven, incluido un divertido video en el que aparece frente a una foto de Andy Warhol diciendo secamente, “¿sabe de alguien que lo estremezca más que nuestro Caravaggio?”.