¿Debe un escritor respetar la verdad? Bajo esta sencilla pregunta, el Nobel peruano Mario Vargas Llosa impartió en 2014 una serie de charlas en la Universidad de Princeton con la idea de estudiar las relaciones entre historia y ficción, "sobre el testimonio que puede ofrecer la literatura cuando se ocupa de hechos históricos.
"Durante varios meses, quince alumnos y yo debatimos sobre si al hablar de historia, la literatura debe ser fiel o tomarse las libertades de una novela; sobre hasta qué punto la fantasía puede intervenir en una novela con hechos históricos", explica Vargas Llosa, que se mostró impresionado y encantado con la participación constante de los alumnos y con los intercambios de opiniones, hasta el punto de afirmar que "no exagero un ápice si digo que en estas clases he aprendido yo más sobre mi propia obra que los mismos estudiantes".
Todas las charlas aparecen ahora reunidas y ordenadas en el volumen Conversación en Princeton (Alfaguara), preparado por el catedrático de Literatura Hispanoamericana Rubén Gallo, en aquel entonces director del Programa de Estudios Latinoamericanos de la universidad norteamericana.
"El modelo del curso fueron las Conversaciones con Goethe, diálogos recogidos por su secretario J.P. Eckermann donde el maestro se explayaba sobre el por qué de sus obras. Quise hacer algo parecido con el Goethe de nuestra época", ha explicado Gallo.
"Además, el libro supone una reivindicación de algo que está amenazado, la literatura. Las tecnologías digitales destruyen la capacidad de concentración, no solo para leer, sino también para pensar y dialogar.
Literatura y compromisoLa selección de novelas de Vargas Llosa comentados en las clases presenta un claro contenido político ya que en todas ellas es la política el elemento central de una forma u otra. Charlar sobre Conversación en la catedral, Historia de Mayta, ¿Quién mató a Palomino Molero? o La Fiesta del Chivo, ha llevado al escritor a reflexionar sobre las evidentes diferencias de compromiso entres su generación y los escritores de hoy.
"Mi generación estuvo muy comprometida con la acción política porque cuando era joven Latinoamérica estaba plagada de dictaduras que queríamos derrocar", ha recordado. "En los 50 y 60 era muy difícil concebir a un intelectual que prescindiese de la política, como fue Borges. Ahora todo ha cambiado, porque ya no existen apenas dictaduras, salvo Cuba y Venezuela, y aunque las democracias sean imperfectas, son populares". Esta situación ha motivado a ojos del Nobel "la desmovilización del intelectual y del escritor, que ahora se ocupa de la cultura como un ámbito que no debe envilecerse con la política, algo con lo que yo no estoy de acuerdo", recalcó.
Una vida escribiendoYa en el terreno literario, tras una vida entera dedicada a la escritura, Vargas Llosa considera que su visión de la literatura mantiene vigencia hoy frente a cuando comenzó con la pluma. "No ha variado en lo fundamental, que es considerar la literatura clave para la formación de una sociedad libre y democrática, una sociedad más crítica y más difícil de manipular", sostuvo.
En respuesta a la pregunta planteada al inicio de las clases en Princeton, Vargas Llosa recuerda que la lección más provechosa con los alumnos fue un día en que hablaron de Tolstoi y de su manera de escribir Guerra y paz.
"Tolstoi quería ajustarse a la verdad, pero se la saltó alegrísimamente empujado por la efervescencia creativa. Sin embargo su testimonio prevalece sobre cualquier manual y sobre la verdad histórica", algo que el Nobel ve como un ejemplo de cómo un escritor con talento puede cambiar la historia retroactivamente. "Yo mismo investigo mucho para poder mentir en mis novelas con conocimiento de causa", ha bromeado.
El Mercurio