Los servicios de inteligencia europeos se enfrentan a un mayor riesgo de atentados, como demuestran los recientes ataques mortales en Francia y Bélgica, con el telón de fondo de la guerra entre Israel y el movimiento islamista Hamás.
El viernes, un ruso de 20 años mató a un profesor en el norte de Francia en nombre del grupo Estado Islámico (EI). El lunes, un tunecino en situación irregular en Bélgica asesinó a dos suecos, “inspirado” en la organización yihadista.
“Todos los Estados europeos son vulnerables” ante el regreso del “terrorismo islamista”, advirtió este martes el presidente francés, Emmanuel Macron, cuyo país ya fue blanco de sangrientos atentados yihadistas en la pasada década.
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“Nunca los intereses suecos han estado tan amenazados”, estimó el primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson, cuyo gobierno subió el nivel de alerta en agosto tras una series de protestas que incluyeron la quema de ejemplares del Corán.
En Europa, el aumento de la amenaza no sorprende a nadie, aunque se recrudeció de golpe.
El sangriento ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre desencadenó un fuerte debate en las redes sociales, acompañado de distintos grados de odio, lo que provocó, como mínimo, una fuerte polarización.
“Los individuos ya radicalizados e inclinados a la violencia estarán motivados por la violencia, sean o no próximos a Hamás”, declaró a AFP Hans-Jakob Schindler, director de la oenegé Counter-Extremism Project (CEP).
Efecto contagio
La semana pasada, la cancillería israelí advirtió que Hamás llamaba a “todos sus apoyos en el mundo a organizar un ‘día de la ira’” para “atacar a los israelíes y a los judíos”.
Pero ni en Francia ni en Bélgica, los ataques fueron contra estos grupos. El asesino del profesor hizo una alusión “muy marginal” al conflicto en Israel, según una fuente próxima al caso.
Los servicios de inteligencia deben vigilar además un eventual efecto contagio, máxime cuando cada atentado es grabado y subido a las redes sociales, así como celebrado por sus simpatizantes.
“Es probable que a estos ataques les sigan otros en un efecto bola de nieve”, teme Tore Hamming, analista del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización, en Londres.
“Hasta ahora, todos parecen haber sido impulsados por un único actor y carecen de sofisticación. Pero eso podría cambiar”, abunda.
En abril, dos hermanos sirios de 29 y 24 años fueron detenidos en Alemania. El mayor preveía “llevar a cabo un ataque contra una iglesia en Suecia cuando hubiera mucha gente reunida”.
Momento de recomposición
La preocupación también es importante, sobre todo respecto a los europeos que se marcharon a vivir al “califato” del EI en Siria e Irak a partir de 2014 y que fueron condenados y encarcelados al regresar.
“Los servicios temen la reconstrucción de las redes”, apunta una magistrada europea, que pide el anonimato. “Tenemos la impresión que estamos en un momento de recomposición”.
Aunque en casos puntuales, hay un intercambio “fluido” y en “tiempo real” de información dentro de la Unión Europea (UE), los servicios son reacios por naturaleza a compartir su información con el mayor número posible de países, explica.
El martes, cada país europeo aplicaba sus propios criterios de alerta.
Italia “reforzó las medidas de prevención” por el conflicto en Israel, pero sin precisar cuáles. En Dinamarca y en España, el nivel de amenaza se mantiene sin cambios, en un nivel elevado.
La policía española reforzó por su parte su presencia cerca de lugares de interés como sinagogas.
Europa no es la única que enfrenta esta amenaza. La semana pasada, un empleado de la embajada de Israel en China fue agredido en Pekín y el sospechoso, extranjero, fue detenido.
El domingo, un hombre de 71 años apuñaló a una mujer musulmana y a un niño de seis años cerca de Chicago en un ataque que la policía estadounidense vinculó a la guerra en Oriente Medio.
Fuente: AFP
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