Asumió hace 10 meses como country manager de Pfizer en Perú, Chile, Ecuador y Bolivia. Desde Santiago, su centro de operaciones, Christopher Ariyan, tiene por delante distintos desafíos. Uno de ellos es aprender español, el cual ya comenzó a estudiar.
¿Cómo van las primeras clases?
Tengo una pequeña libreta en la que pongo las palabras que no entiendo. Son mayormente verbos. Jugar, llegar, sentir. Estoy concentrado en la conjugación del presente por ahora. Son mis primeros pasos.
Hablando del pasado, usted estudió sicología. ¿Qué lo hizo elegir esa carrera?
Creo que todo está relacionado con las personas. Cuando hablo sobre ser un buen gestor, siempre digo: Olvídate de la estructura. Si tienes a las personas adecuadas, tienes el 90% de la batalla ganada porque esa gente estará inspirada y podrá moverse hacia diferentes lugares y situaciones.
¿Qué enseñanza le dejó la sicología?
Ser un buen oyente, hacer buenas preguntas, ser empático, tratar de entender cómo se sienten las personas. Luego hice un cambio y en mi master degree hice salud pública.
Decir salud pública nos lleva a pensar en la pandemia. ¿Ha sido el desafío más grande de la compañía para la que trabaja?
Operamos en seis áreas distintas y las vacunas es una de ellas. Si las vemos de forma individual, hay crisis en cada una de ellas. Creemos que el tiempo representa la vida de nuestros pacientes y por eso tratamos de actuar tan rápido como podamos. La pandemia fue un gran desafío, sí, ya que el virus estaba afectando a mucha gente y había muchas crisis al mismo tiempo.
Ahora toca hablar del futuro. Pfizer tiene más de 170 años de historia. ¿Qué legado le gustaría dejar?
Hay dos tipos de legado, según mi punto de vista. Uno de ellos se trata de crear alianzas con municipios, gobiernos nacionales, compañías de seguros, entre otros, para mejorar la salud pública. Las sociedades más saludables son las más productivas y en ese punto me gustaría hacer historia.
¿Y el otro legado?
Es cuando haces que tu equipo se desarrolle y eres un apoyo para que crezcan, no solo a tu lado, sino por su cuenta, en otras compañías y que lleguen puestos de líderes. Eso sería un para mí dejar un buen legado cuando me retire.
¿Qué es ser un buen líder para usted?
Para mí, la clave de un buen líder es alguien que despierta cada día pensando qué puede hacer por su gente y no qué pueden hacer ellos por mí o para hacerme quedar bien. Me gusta trabajar con gente que se despierte pensando qué puede hacer por el equipo.
Fuera del trabajo, ¿qué disfruta hacer?
Ahora estoy metido en el triatlón. Por eso es genial estar en la región andina, donde hay buenas olas, montañas, mucha gente hace ciclismo y trekking.
Si tuviera que elegir entre ciclismo, natación y running, ¿con cuál se queda?
Definitivamente la natación. Crecí en el agua, siempre me encantó. Es un mundo diferente, es como estar en el espacio. Es tranquilo, estás más cerca con la naturaleza y tienes que respetarla, ser cuidadoso con las olas y las corrientes.
¿El triatlón se parece en algo a la gestión?
Para mí, hablar de triatlón es hablar de variedad. Tienes que cambiar de deporte y entrenar para eso. Si pienso en mi trabajo, es igual. Si ves mi calendario, cada 30 minutos tengo reuniones de distintos temas con distintas personas. Eso me mantiene motivado.