“No te imaginas cuán opresivo resulta el hecho de no poder salir, y tengo muchísimo miedo de que seamos descubiertos y fusilados”. El día en que fue hallada por la Gestapo, Ana Frank, la niña judía que encontró en sus diarios una válvula de escape durante los dos años que, junto a su familia, se mantuvo oculta, escuchó un golpe seco en la pared. Las razones para sentir pánico sobraban.
Casi 70 años después, Patricia Barreto recorrió aquel refugio: el anexo secreto del almacén del padre (Otto Frank) en Ámsterdam convertido hoy en museo. Ingresó al reducido espacio en el que la adolescente sobrevivió con su familia y se procuró la sensación de angustia, incertidumbre, ansiedad.
“A mí me quebró demasiado ese escondite, cada lugar en que se mantuvo encerrada. Pero cada vez que abordo un personaje tengo que quererlo, tener un lazo”, sentencia la actriz que encarnará a la joven de 14 años hasta este 27 de mayo.
Tras los pasos de Ana
Bajo la adaptación de “El diario de Ana Frank”, la obra de teatro escrita por Francis Goodrich y Albert Hackett en 1955, el Teatro Mario Vargas Llosa acogerá una pieza que promete ser fuera de serie.
Patricia Barreto no ha querido reducir la construcción de su personaje a un trabajo de mesa; sino que, por el contrario, ha decidido reencontrarse –casi literalmente– con los pasos de Ana Frank. A través de sus escritos, de los museos que mantienen la memoria del holocausto, películas, documentales, libros, pero sobre todo a través del apartamento en que vivió, cuyo acceso estaba detrás de un librero que podía desplazarse.
El lanzarse al encuentro directo con las fuentes es su método. “Eso es lo que potencia, no dejarlo todo al imaginario”, declara la actriz en conversación con Gestión.
“Ana Frank me conecta con esta inocencia que te puede salvar por momentos. Ella se aferró tanto a la pasión de la escritura que consiguió subsistir. Ha sido un arduo trabajo de investigación y creo que todas las herramientas a las que he accedido han agregado no solo para sentirme más segura en el escenario, también para ofrecerle al público una experiencia teatral 360”.
Mensaje vigente
Patricia Barreto narra que ha sido un proceso extenso, que la condujo a descifrar (al menos intentarlo) a su personaje y que esto incluyó comprender cómo la época en que vivió aceleró su madurez y por ende su capacidad para arrojar relatos tan complejos.
La obra es, ante todo, vigente. Pues, según coincide la actriz y el director de la pieza, Ana Frank se ha convertido en un ícono de tolerancia en una sociedad que sigue siendo profundamente discriminadora. “Es un canto a la capacidad del ser humano de crear dignidad”, acota Joaquín Vargas sobre una puesta en escena que incluirá canciones en hebreo.
“Más allá de la historia de una niña, el montaje busca desarrollar cuestionamiento sobre la ética y moral”, puntualiza la protagonista.