Franck Pruvot, COO de Accor para Países Hispánicos, se describe como padre de una familia internacional. “Soy francés y tengo tres hijos. Uno nació en Francia, la segunda en Portugal y la tercera en Brasil”, señala el ejecutivo de 57 años, quien inició su carrera estudiando gastronomía.
Es muy bueno en la cocina entonces...
No tan bueno como los peruanos (ríe). Su comida puede ser muy buena y sencilla, pero también muy sofisticada. La última vez que estuve en Lima, estuve en un restaurante que debes conocer, se llama Siete Sopas. Fue fantástico.
¿Es un comensal muy exquisito?
No, creo que soy más curioso. Me gustan casi todas las comidas, experimentar nuevas cosas y uno de mis hobbies es cocinar mientras estoy con la familia, los amigos y tomar un vino.
¿Cómo surgió ese interés por la gastronomía y los hoteles?
Mis padres trabajaban como carniceros en una charcutería. Y cuando tenía la oportunidad de viajar un poco con ellos en vacaciones quedaba fascinado con los hoteles, tanto como cliente como para trabajar en uno.
¿Y diría que tiene mejor paladar para la cocina o los negocios?
Espero que para lo segundo.
¿Qué aprendió de la cocina que pudo trasladar a los negocios?
La cocina es un trabajo de muchos esfuerzos y coherencia para tener una regularidad en lo que ofreces al cliente. Se exige disciplina y rigor para mantener la calidad. Intento recrear un ambiente para exprimir la creatividad.
¿Cuál cree que es el ingrediente que hace falta en ese plato?
Algunas veces tengo un exceso de confianza en las personas. O mejor dicho, doy demasiadas oportunidades a las personas. Por ejemplo, cuando alguien no halla bien su trabajo, tiendo a ser demasiado comprensible.
¿Hay segundas y terceras oportunidades con usted?
Sí, creo mucho en el derecho de errar, pero algunas veces no está bueno para los otros que trabajan al lado. Es un punto a mejorar.
¿Cuáles son sus puntos a favor?
La gente tiene bastante proximidad conmigo, se siente en confianza y sabe que voy a escuchar. Acabo de recordar que soy un poco impaciente. Quiero que las cosas sean hechas para el día de mañana.
¿Alguna vez eso le ha jugado en contra?
Uhm, no. (ríe) Ser un poco impaciente y hacer que las cosas ocurran en un plazo bueno es una cualidad. Deja de serlo cuando pones demasiada presión. Hay que encontrar el balance. Creo que lo logré con el tiempo y la experiencia.
¿Cómo así?
Antes era gerente de un hotel, estaba todos los días en él. La presión estaba mucho más presente en el día a día. Luego eres responsable de 20 hoteles y trabajas con 20 gerentes. Hablo de los proyectos con ellos, pero con menos presión porque lo que más necesitan es que los ayude.
Veo que su fondo en la videollamada es un campo. ¿Es un hombre de naturaleza más que de ciudad?
Me gusta la tranquilidad y la naturaleza puntualmente. Pero no me gustaría vivir en un campo los 365 días del año. Está bien una semana para respirar, pero soy más de hoteles, restaurantes, cines, teatros, shopping.
¿Qué tanto le afectó estar encerrado por la pandemia entonces?
Antes éramos libres y no lo sabíamos. Es muy bueno poder hacer las cosas online y tener una charla ahora o una clase, pero nada puede sustituir el contacto físico. Trabajo en esto porque me gusta viajar, conocer inversionistas, no para estar encerrado en una oficina.
Tiene una hija adolescente, ¿cómo la ayudó a sobrellevarlo?
Hablando. Antes viajaba mucho cada dos semanas. Ahora, hace un año que no viajo. Y tengo mucho más tiempo para la familia. Así que intentamos hacer otras actividades juntos como ver películas, jugar cartas o cocinar.
¿Descubrió algo de ella en estos momentos que pasaba por alto por el trajín del trabajo?
Para ser adolescente, tiene una actitud muy positiva. Es muy difícil para ellos estar encerrados. Así que encontré que tiene mucha resiliencia y buen carácter.