Tras casi décadas de investigación, en la actualidad abundan todo tipo de insectos biobots o cybug: dispositivos de diminutas dimensiones que buscan replicar funciones que harían los insectos.
Disciplinas como la robótica han encontrado en estos pequeños una de sus más ricas fuentes de inspiración para la creación de nuevas máquinas. Por ejemplo los microrrobots, dispositivos de diminutas dimensiones, buscan reproducir las habilidades de los insectos en nuestro beneficio: desde abejas mecánicas como la RoboBee de la Universidad de Harvard hasta ingenios capaces de caminar sobre el agua como el Water Strider de la Universidad Nacional de Seúl (Corea), hasta cucarachas robots como Roach, creada por ingenieros rusos para soportar grandes cargas de peso.
Otro ejemplo de cyber insectos son las “cucarachas” creadas el laboratorio Berkeley, de la Universidad de California. Caben en la palma de una mano y están equipada con micrófonos y termostatos para detectar sonidos y el calor. Estos son sus recursos para encontrar supervivientes. Ni que decir tiene que una sola de estas cucarachas robóticas puede hacer poco para cubrir una superficie extensa, pero los creadores tienen una idea más masificada.
Si un edificio se derrumba se podrían soltar cientos de estos dispositivos, que se repartirían por los escombros para peinar la zona. El robot se llama VelociRoach y cuenta con diminutas patas preparadas para desplazarse en diferentes superficies. Además, también puede moverse lateralmente.
De entre las ‘plataformas’ biológicas que han sido probadas para su uso como biobots, las cucarachas han resultado especialmente ‘participativas’. Su sistema neuronal es tan simple que incluso usted podría crear su propio blatodeo cyborg.