Un 40% de las personas que superan el COVID-19 desarrollan secuelas que duran más de seis meses, según un estudio de la universidad alemana de Mainz publicado que pretende arrojar luz sobre el síndrome del COVID-19 persistente o “long COVID”.
Según investigadores de la Clínica Universitaria de Mainz, no son necesariamente los pacientes más graves quienes desarrollan dichos síntomas, sino que estos afectan en muchos casos a personas asintomáticas o que pasan la enfermedad con transcurso leve.
En un 35% de los casos estudiados, los afectados no sabían siquiera que habían pasado el COVID-19 hasta que fueron sometidos a test de anticuerpos como parte del estudio, según recalcaron los investigadores en un comunicado de la universidad.
Algunos de los síntomas persistentes más comunes son cansancio, trastornos de la memoria, dolores articulares, disminución del gusto y del olfato y dificultades respiratorias, aunque no existe un patrón claro ni se ha consensuado todavía una definición unitaria del “long COVID”.
Los resultados publicados este lunes forman parte de un estudio más amplio con una muestra de 10,250 personas, de las cuales unas 500 pasaron la enfermedad, y apuntan a que los síntomas del COVID-19 persistente tienden a desaparecer con el paso del tiempo.
Para sorpresa de los investigadores, un 46% de las mujeres de la muestra que contrajeron COVID-19 se vieron afectadas, frente a un 35% de los hombres, a pesar de que habitualmente la enfermedad es más grave en los varones.
La edad no parece aumentar las probabilidades de contraer el COVID-19 persistente, de acuerdo con el estudio, que reveló también que un tercio de los contagiados afirmaba no haber recuperado los niveles de rendimiento previos a la enfermedad.
Para un 15%, las secuelas llegan al punto de restringir su vida diaria, mientras que en un 6% de los casos los antiguos pacientes se ven limitados en su actividad laboral.
La universidad anunció además que lanzará un nuevo estudio centrado específicamente en los pacientes con síntomas persistentes, con el objetivo de definir mejor el cuadro clínico.
Además, pretenden identificar factores de riesgo, como la presencia de determinados biomarcadores y averiguar cuál es el impacto de la vacuna en el desarrollo de secuelas duraderas.
“Sólo una profunda comprensión de los mecanismos de actuación de la enfermedad posibilitará un diagnóstico y una terapia efectivas,” comentó el portavoz de la dirección de estudios de la universidad, Philipp Wild.