Por Waldo Mendoza, Profesor del Departamento de Economía de la PUCP
Un fantasma recorre el mundo: el fantasma del covid-19. Todas las fuerzas del mundo se han unido en santa cruzada contra ese fantasma. La única vacuna eficaz para contenerlo, por ahora, es parar en seco la economía mundial. Estamos en problemas: tenemos al fantasma y seremos afectados por la gran depresión del 2020.
Hay señales de que el covid-19 producirá una gran depresión mundial. El VIX o indicador del miedo, el índice de volatilidad de las opciones del mercado de Chicago, ya ha superado el nivel alcanzado en el 2008, luego de la quiebra del Lehman Brothers. El Dow Jones, el indicador más importante del comportamiento de las acciones de las 30 compañías industriales más importantes de los Estados Unidos, ha descendido en casi 30 puntos en las últimas tres semanas.
El miedo y la incertidumbre harán caer el consumo y la inversión mundial, como en la crisis del 2008-2009. Los bancos centrales están bajando sus tasas de interés y los ministerios de economía intentarán subir gastos y reducir impuestos. Pero ya las tasas de interés están muy bajas y los gobiernos están más débiles. La caída de la demanda mundial será dura.
Pero eso no es lo peor. En el combate del covid-19, según el notable artículo de Tomas Pueyo (https://medium.com/@tomaspueyo/coronavirus-por-qu%C3%A9-debemos-actuar-ya-93079c61e200%3E%3E) hay dos casos de éxito: China y Corea del Sur, y uno de fracaso: Italia. La clave es detener el bendito factor R, la tasa de reproducción o la velocidad del contagio del covid-19. Mientras no haya vacuna contra el bicho, hay solo dos factores eficaces: contar con la capacidad instalada médica para detectar y tratar a los infectados por el virus, el factor A, o contar con la capacidad gubernamental para imponer el aislamiento social de la población, el factor B.
China es el ejemplo de un país que no contaba con el factor A, pero pudo conseguirlo en poquísimo tiempo, y contaban con el factor B, y lo aplicaron en Hubei, una provincia China de 60 millones de habitantes, a través de una cuarentena dictatorial. Ya se contuvo el virus y se levantó la cuarentena en Hubei. El covid-19 ya no es un problema para China.
El otro ejemplo de éxito es Corea del Sur. Tiene el factor A, un sistema de salud de primera para detectar y atender a los infectados, pero aplicaron solo selectivamente el factor B. El factor A lo pusieron al servicio de la detección temprana del virus y la atención especializada. El 20 de enero, EE.UU y Corea del Sur anunciaron sus primeros casos del covid-19: en la semana siguiente, en EE.UU. se habían aplicado el test a 4,300 personas y en Corea del Sur a 196,000. El factor B se aplica selectivamente, monitoreando, a través de una aplicación, a alrededor de 30,000 ciudadanos en cuarentena.
Con este método, no tan exitoso como el chino, porque el número de infectados llegó hasta de 1,000 nuevos infectados por día, ya se consiguió reducir el número diario de pacientes infectados, y la tasa de mortalidad ha sido de las más bajas del mundo.
Italia es el caso en el que no contaban con el factor A, ni aplicaron a tiempo el factor B. El resultado de los últimos días es dramático: 250 fallecidos por día.
“El miedo y la incertidumbre harán caer el consumo y la inversión mundial, como en la crisis del 2008-2009. Los bancos centrales están bajando sus tasas de interés”.
¿Cuál de estos métodos prevalecerá en el mundo y cómo afectara a la economía?
El método coreano, el menos recesivo de todos, porque la cuarentena es selectiva, solo puede ser replicado en los países más ricos. El método dictatorial chino, recesivo en el corto plazo, porque la cuarentena fue impuesta a millones de personas, tampoco puede ser aplicado en muchos países, por ahora.
Lo más probable, entonces, es que el resto del mundo se comporte como Italia: el covid-19 y las muertes seguirán creciendo. Pero, conforme el problema se agrave, si no es posible tener grandes avances con el factor A, la fuerza de la realidad obligará a los países a aplicar el método chino de aislamiento social. Este método, si es eficaz, gatillará la gran depresión del 2020. Mejor ni imaginar lo que pasaría si, bajo los supuestos descritos, no se aplica el método chino.
¿Y qué pasara en nuestro país?
Tendremos dos grandes fuerzas que provocarán una recesión. Por un lado, los efectos provenientes de la economía internacional: caída del precio de nuestras exportaciones, salida de capitales que encarecerá y hará más caro el crédito, y elevación del tipo de cambio, que en corto plazo es recesivo. Por otro lado, cuanto más duras sean las políticas de aislamiento social del presidente Vizcarra, más fuerte caerá la economía, en el corto plazo.
¿Qué pueden hacer el BCRP, el MEF y la SBS? Este es un choque durísimo pero transitorio. El 2020 nos caeremos pero el 2021 creceremos a tasas chinas. Por eso, para atenuar la caída de la economía, hay que elevar la demanda e impedir que la cadena de pagos se rompa. El BCRP debe bajar a cero la tasa de interés de referencia, reducir las tasas de encaje e intervenir en el mercado cambiario para que el dólar no suba demasiado. Van a perder un montón de reservas, ese es el costo. El MEF, además de las decisiones que ha tomado, deberá tener a la mano un arsenal de políticas para enfrentar el desplome de ingresos de los trabajadores. La SBS debe gatillar, de inmediato, las políticas para que el crédito bancario no se seque.
Ojo, presidente Vizcarra: si no endurece las políticas de aislamiento social, Italia está a la vista.