Durante años pensamos que la política y la economía iban por cuerdas separadas y por ende, lo que se hiciera en la Plaza Bolívar no afectaría a Junín con Lampa. El país crecía, reduciendo la pobreza. Teníamos trabajo, más jóvenes volvían al país a trabajar y hasta creímos haber formado una clase media sólida, que protegería al país de los retrocesos económicos. Para fortalecer nuestras instituciones firmamos convenios con distintos países y nos comprometimos a cumplir reglas comerciales que permitieron que la palta peruana se vendiera en Inglaterra y las mandarinas en China, dando trabajo formal en el campo.