Silvana Horna Mazuelos, lideresa de Equidad de Género de ABB en Perú
Promover la paridad de género desde las industrias es clave para la productividad, la cultura organizacional, el desempeño empresarial y la economía en general. De esto podemos dar cuenta de varios estudios relacionados que nos muestran que el equilibrio entre el grupo de hombres y mujeres en puestos de liderazgo significa un cambio positivo para las empresas.
De acuerdo con la consultora EY, las organizaciones con más participación femenina en sus equipos de liderazgo son más innovadoras y tienen una mayor capacidad para resolver problemas complejos. Del mismo modo, la consultora McKinsey & Company, concluye que una mayor proporción de mujeres en sus equipos directivos tienen más probabilidades de tener un rendimiento financiero superior. En concreto, las empresas con una representación de género equilibrada en los equipos directivos tienen un 21% más de probabilidades de tener un rendimiento financiero por encima de la mediana de su sector.
Sin embargo, actualmente en el Perú los puestos directivos son ocupados mayoritariamente por hombres lo que refleja quizá, una baja o nula promoción de iniciativas efectivas que incentiven el desarrollo de las mujeres dentro de las empresas donde laboran. De este modo, en nuestro país podemos encontrar que apenas, un 9.59% de mujeres ocupan cargos de liderazgo en empresas, con una permanencia en estos cargos de menos de la mitad de la permanencia que tienen los hombres en los mismos cargos de liderazgo.
En la misma línea, el último estudio del Instituto Peruano de Economía (IPE), indica que la brecha salarial entre hombres y mujeres es de un 25%, posicionándose como una de las más altas de Latinoamérica. Adicionalmente, una encuesta de KPMG realizada a 675 mujeres líderes en el mundo, el 90% participantes de Perú consideró que los prejuicios y estereotipos de género persisten en las compañías.
Ante este escenario, es importante que las empresas de los diversos sectores del país tomen conciencia de la problemática, y actúen bajo el paraguas del compromiso que deben tener con el grupo humano que los acompaña. De este modo, se puede promover el desarrollo de líneas de acción que involucren la formación de mujeres en igualdad, el cierre de brechas salariales, el desarrollo equitativo de oportunidades, la no discriminación de mujeres en procesos de selección para puestos directivos, así como la conciliación entre la vida laboral y el trabajo.
Otra de las formas de contribuir de manera positiva en la erradicación de esta problemática es replicar desde las organizaciones los casos de éxito que las compañías hayan realizado en Latinoamérica. Para el caso de multinacionales o trasnacionales, ver a los pares de países vecinos puede servir de inspiración para tomar las riendas y empezar a organizarse. Esto no significa que no se pueda implementar acciones clave para las medianas o pequeñas empresas, de hecho los ejemplos son válidos para todos ya que sirven de base para rescatar medidas y adaptarlas a nuestra realidad.
Sin duda, la participación de la mujer en puestos de liderazgo se vuelve cada vez más indispensable y necesaria para las economías y la sociedad, es por eso que contextos como el Día Internacional de la Mujer se vuelven claves para reflexionar sobre estas problemáticas que aún no desaparecen y que necesitan ser resueltas con urgencia. El camino hacia una sociedad más equitativa está por llegar