Director general Centrum PUCP
En los dos últimos años, caracterizados por la pandemia ocasionada por la COVID-19, hemos tomado nota de un sinnúmero de problemas que nos faltaban resolver para mejorar como sociedad, aquellos a los que debimos haberles prestado más atención. Frente a este desafío, hemos demostrado, una vez más, que como sociedad somos capaces de lograr muchas cosas si trabajamos con consciencia social y colectiva.
Precisamente, fue gracias a las prácticas de los buenos negocios y al surgimiento de los emprendedores sociales que logramos responder a las necesidades sociales de nuestro país de una manera efectiva, aunque nos queda aún mucho trabajo por hacer.
El 2022 se cubre de expectativas como un año en el que se consolide nuestra reactivación económica, así como el año en el que podremos retomar actividades que hace un año contemplábamos con incertidumbre y hasta temor. No obstante, en este proceso de recuperación, no debemos dar un paso atrás en nuestra lucha contra los problemas sociales, los cuales tienen soluciones complejas que requieren el accionar de diversos agentes que reúnan las distintas piezas de esta solución.
En una encuesta realizada en el 2021 elaborada por McKinsey and Co [1]., el 40% de las empresas esperaba que sus programas de sostenibilidad rindan casi el doble de valor de lo que rinden actualmente en los próximos cinco años. Esta encuesta también encontró que la sostenibilidad jugaba un rol importante en la cultura empresarial, en empresas que generan valor a partir de maneras sostenibles, hasta en un 50% relativo a las empresas tradicionales.
Esto nos demuestra que la consciencia social ha ido creciendo y se traduce en cambios tales como la manera en la que las empresas se relacionan con sus clientes, con sus empleados y con todos los que interactúan con ella. Sumemos a ello que la pandemia nos ha reforzado valores fundamentales como la unión, la solidaridad y el enfoque en acciones que demuestren y compartan nuestra visión como sociedad.
Las escuelas formamos parte de esta solución. Si existe una respuesta casi concertada a la pregunta de cómo podríamos cambiar el mundo, siempre escucharemos la misma respuesta: a través de la educación. Existe, inclusive, una línea de pensamiento que explica cómo las sociedades se construyen a partir del conocimiento impartido en las escuelas que luego se refuerza a través del comportamiento colectivo y las normas sociales.
Efectivamente, en la educación de emprendedores y profesionales está la obligación de crear humanos que compartan valores y practiquen los buenos negocios en el Perú. Esto también implica un llamado al público de apoyar aquellas empresas, escuelas y organizaciones con buenas prácticas para alimentar el círculo. En esa integración está la clave.