Economista
Los retos del sector salud son enormes: continuar la respuesta al covid-19; acelerar el ritmo de vacunación, particularmente en niños y poblaciones priorizadas; fortalecer la salud pública y atender la demanda insatisfecha de servicios esenciales de salud, solo para mencionar los grandes temas. En palabras de Mark Moore, para crear estos “valores públicos” se requiere tomar en cuenta al triángulo estratégico, o como es conocido en Tailandia, “el triángulo que mueve montañas”, que está compuesto de Legitimidad, Capacidad y Valor. Esta forma de entender la función pública ha sido acogida por los gerentes públicos a través del mundo y resulta útil para entender este concepto elusivo y difícil de medir.
¿Cómo estamos con relación a la creación de valor público en el sector salud? Si miramos la situación política e institucional del sistema de salud a través de este lente, podemos ver que estamos frente a una pérdida acelerada de valor público. Por un lado, la legitimidad de nuestro ente rector se ha visto gravemente afectada. Múltiples sociedades científicas, el Colegio Médico del Perú, la Defensoría del Pueblo, entre otras importantes instituciones, se han pronunciado en contra de la designación del actual ministro, denotando una mayor pérdida de confianza entre actores clave del sistema, de por sí ya débil.
La presencia de una autoridad sanitaria nacional potente y consolidada es clave para el buen funcionamiento de la sociedad. Por el contrario, debilitar al ente rector es afectar la vida y bienestar de toda la población, en particular de la población con menores oportunidades.
Por otro lado, cabe recordar que las capacidades del sector salud se construyen lentamente, pero se pueden perder muy rápidamente. En años recientes las capacidades del sector han sufrido dos shocks: los producidos por los efectos de la pandemia y, más recientemente, la pérdida de personal competente. La inadecuada designación de autoridades, gerentes y personal supone una continua pérdida de capacidades y el aumento del riesgo de corrupción, lo cual, por supuesto, retroalimenta la falta de legitimidad.
¿Qué se debe hacer ante este escenario? Es hora de rectificar esta trayectoria destructiva. En primer lugar, se hace necesario un cambio de la más alta autoridad de salud del país. Se requiere una gestión con vocación de diálogo para la acción multisectorial, compromiso con la meritocracia y el fortalecimiento de capacidades técnicas, científicas y gerenciales.
En concreto y considerando las herramientas a nuestra disposición, se puede proceder a una pronta aplicación del régimen Servir, lo cual será de suma utilidad para mover al sector en la dirección correcta. Asimismo, una alianza entre Servir, la Escuela de Salud Pública y una red de entidades formadoras sería un marco de implementación idóneo para un plan de fortalecimiento de capacidades en el sector. Un área de especial atención debe ser la transformación digital del sistema de salud para construir las capacidades y plataformas necesarias para la mejora de la atención de salud de los habitantes del país. Ello, además de liderazgo y compromiso, requerirá de recursos, por lo que se debe contar con el respaldo decidido del Ministerio de Economía. Mucho se habrá avanzado si estos pasos se dan.