Director periodístico
Recientemente un amigo cercano me acusó de pesimista. “¿Soy un pesimista?”, me cuestioné. Los pesimistas suelen esperar resultados negativos y desconfían cuando las cosas parecen ir bien. Es difícil no desconfiar en el Perú y, sobre todo, de nuestras autoridades, pero no creo ser un pesimista, el problema es que los resultados hasta el momento no generan entusiasmo.
Sin embargo, el ministro de Economía, Alex Contreras, anunció que esta semana el Gobierno lanzará un “shock de inversiones” para tratar de contrarrestar la recesión en la que se encuentra la economía peruana, y, sobre todo, recuperar la confianza de los agentes económicos. El reto no es menor dado que las perspectivas empresariales se encuentran en “shock”.
Por ejemplo, la última encuesta de expectativas macroeconómicas que realizó el Banco Central de Reserva (BCR) a las principales empresas del país muestra que el ánimo empresarial se ha seguido deteriorando en octubre. Lo más preocupante es que no solo ven un ambiente difícil para el país y para sus empresas en los próximos tres meses sino en los siguientes 12. Es, justamente, ese pesimismo lo que frena el flujo de inversiones.
Entonces, ¿cuán potente tendrá que ser el “shock de inversiones” que anunciará esta semana el Gobierno para poder revertir ese ánimo cada vez más pesimista?, ¿de qué envergadura y, sobre todo, cuán realistas tendrán que ser estas inversiones para recuperar la confianza de los agentes económicos? Esperemos que esta vez, por el bien del país, este paquete sí genere el entusiasmo necesario.
Pero, nuevamente, ¿por más grandes y de impacto que sean estas inversiones, será suficiente para recuperar la senda del crecimiento? Para tratar de responder esta pregunta, vale la pena volver a revisar la encuesta de expectativas macroeconómicas del BCR, en especial, la última página donde las empresas señalan cuáles son en este momento las principales limitantes para invertir.
Las empresas consultadas afirman que la principal limitante para el crecimiento de sus compañías es la inestabilidad política. Hay un consenso claro dentro y fuera del país de que el deterioro político está afectando a las principales instituciones y socavando el crecimiento a mediano plazo. Pero no es la única barrera que encuentran.
La conflictividad social, la burocracia ineficiente para tramitar servicios con el Estado, impuestos altos, una regulación tributaria compleja y la inseguridad del sistema jurídico son también otras limitantes que identifican las empresas como barreras al crecimiento. Pero, ¿cuántos de estos temas están en la agenda de las autoridades?
Recuperar el flujo de inversiones es fundamental para el crecimiento, pero no será suficiente si no atacamos con reformas los otros problemas que las propias empresas identifican como limitantes. Entonces, no se trata de ser pesimista, se trata de entender realmente dónde estamos y de lo que necesitamos. Por lo que además de un “shock de inversiones”, se requiere un “shock de reformas”.