Director de Estrategia Global y Asuntos Externos de Vrio.
Las telecomunicaciones, los datos y la información mueven el mundo. Se estima que representan ya más del 6.5% del PIB mundial y desde la pandemia este sector se convirtió en el principal motor de la recuperación económica global.
Pero a la par de la inversión, la generación de empleo y de conocimiento, del aporte al desarrollo de las comunidades y de la reducción de la brecha digital, crece otro fenómeno tan lamentable como real: la piratería y su enorme capacidad de daño para nuestros países.
Este flagelo viola los derechos de los ciudadanos y expone a las personas físicas y jurídicas, a las familias y a los hogares a enormes riesgos por la utilización indebida de los datos dentro de un sector cuyos fundamentos de origen y supervivencia son el delito.
La piratería no solo es una competencia desleal para quienes invierten y crean valor, es un ancla para las economías, provoca empleo informal, atenta contra la cultura del trabajo y genera desigualdad.
Quienes comercian la piratería no pagan impuestos y eso reduce los márgenes de maniobra de los Estados para generar mejoras en infraestructura para el desarrollo, mejorar la educación, la salud y la seguridad de los ciudadanos.
Los recursos que se generan con la piratería retroalimentan un mercado delictivo integrado por otras ramas del crimen organizado como el contrabando, el tráfico de estupefacientes, la trata de personas y la evasión impositiva.
Como desde 1969, este 17 de mayo se conmemora el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información (DMTSI). Es una jornada para reflexionar, pensar y debatir qué tipo de sociedad queremos construir.
Empresas como DIRECTV, entidades empresariales, organizaciones no gubernamentales y los Estados están accionando permanentemente contra la piratería. Y es notorio el creciente rechazo de los ciudadanos a este flagelo.
No tenemos dudas que en la alianza entre oferentes de bienes y servicios, los clientes y usuarios, y los organismos de control está la respuesta más efectiva para combatir este delito que amenaza a la economía global.
Porque las posibilidades que hoy ofrecen internet y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) impactan directamente en las economías de nuestros países, son herramientas cruciales para la integración de todos y cada uno de los hogares.
Se estima que la contribución de los datos al aumento del producto interno bruto (PIB) mundial superó ya a la del comercio de mercancías, según cita en su último informe la Conferencia de las Naciones Unidas Sobre el Comercio y Desarrollo (Unctad).
No se trata de apreciaciones, se trata de estadísticas: la producción de las TIC a nivel global ya superó el 6,5% del PIB mundial y hoy cientos de millones de personas tienen un empleo formal directo o indirecto en este sector medular de la actividad económica.
Nuestros países necesitan soluciones que están en las antípodas de la piratería. En América Latina, por ejemplo, se necesitarán inversiones incrementales en los próximos años para proporcionar cobertura a los amplios territorios.
El desarrollo de la tecnología satelital será crucial para llegar a todos quienes viven en las ciudades pero principalmente a aquellos que residen en zonas remotas a las que no llega y no llegará la fibra.
No hay dudas que la conexión por vía satélite de nueva generación dará lugar a nuevos usos de la conectividad y esto apalancará el desarrollo de aplicaciones para el transporte comercial, la agricultura, las industrias del petróleo, el gas y la minería, y los servicios públicos.