Juan Carlos Babarczy, gerente de Riesgos y Seguridad de Hermes
Cuando uno decide emprender cualquier proyecto con la expectativa de hacerlo rentable, pocas veces pensamos en lo que puede salir mal. Menos aún pensamos en los riesgos corporativos que suelen pasar inadvertidos en los estudios de mercado, y que traen repercusiones negativas hasta en la organización más consolidada. En estos casos, la administración de riesgos cumple un papel esencial.
Es importante entender que los riesgos son una parte inherente de cualquier actividad que desarrolle una empresa. En el mundo corporativo el riesgo se puede definir como la incertidumbre que surge durante la obtención de un objetivo; son circunstancias o eventos adversos que impiden el normal desarrollo de una actividad, y que en general traen consecuencias económicas. Estos se pueden presentar en distintas formas, como ciberataques, incidentes que dañen la reputación de la marca, problemas operativos, cambios regulatorios, una interrupción del negocio, entre otros.
Los riesgos van evolucionando con el transcurso del tiempo. Uno de los cambios más evidentes en los últimos años ha sido el ingreso de las empresas a la era digital, un fenómeno que ha generado múltiples oportunidades de negocios, pero a la vez nuevas amenazas.
Sin embargo, sin importar el tipo de riesgo que afronte una empresa, lo importante es que el resultado final de una situación riesgosa puede variar dependiendo de cómo esta se gestione. En la medida de que el riesgo sea debidamente identificado y controlado mediante mecanismos de prevención, control y mitigación, el impacto puede ser mínimo y hasta podría permitir obtener una ventaja frente a la competencia. Por el contrario, una mala administración del riesgo, puede ocasionar graves pérdidas para la empresa pudiendo incluso ocasionar el cierre del negocio.
Una de las soluciones que ofrece la administración de riesgos es la identificación de los puntos vulnerables de una empresa y con ello, el establecimiento de mecanismos de mitigación. Luego de esto, quedan los llamados riesgos residuales, los mismos que se clasifican, controlan y auditan a fin de verificar que se vengan cumpliendo con los elementos de mitigación.
Hoy en día, la era digital reta a las organizaciones a pensar en los riesgos que amenazan sus actividades regulares y vuelve indispensable contar con un plan de gestión y mitigación de los mismos. Como empresa creemos que una correcta administración de riesgos es la clave para reducir pérdidas en el futuro, pero también lo es la adaptación de esa gestión a los cambios tecnológicos y las amenazas que estas traen.