Jose Pedro Martínez Sanguinetti, Vicepresidente Ejecutivo de Inversiones de Rimac Seguros.
De acuerdo con la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) la temperatura del mar frente a las costas del Perú se encuentra 3.3 grados centígrados por encima de su nivel normal en esta época del año. Asimismo, de acuerdo al IPPC (Intergovernmental Panel on Climate Change), en las últimas semanas la temperatura global ha alcanzado récords históricos, siendo posiblemente este el momento más cálido desde hace 125,000 años. No importa a donde miremos, todo el planeta experimenta fenómenos climáticos muy inusuales. Aunque muchos de ellos pueden atribuirse al advenimiento recurrente del Fenómeno del Niño en 2023 y 2024; también sugieren que, inexorablemente, el clima está cambiando de manera acelerada.
Casi todos los lugares donde ha prosperado la población humana se encuentran cerca de un cuerpo de agua importante. La ubicación de dichos cuerpos de agua está determinada, en gran medida, por el clima. Si el clima cambia, el agua se mueve. Si el agua se mueve debemos movernos para adaptarnos.
Las principales formas en las que actualmente experimentamos los cambios en el ciclo hídrico del planeta son: el derretimiento de los glaciares, la elevación del nivel del mar, las inundaciones y las sequías y, cuando las sequías son permanentes, la desertificación de los suelos. Estos fenómenos se han convertido en parte cotidiana de nuestra existencia sin que, colectivamente, tomemos conciencia completa de que somos nosotros mismos los que estamos detonando esos cambios.
Los efectos económicos de este proceso también se están volviendo cotidianos. Sin embargo, en muchos casos aún se les interpreta como eventos aislados. Infraestructura que se destruye y activos productivos que dejan operar. Riqueza familiar y empresarial que se pierde definitivamente. Deterioro en las condiciones sanitarias, vidas que se pierden durante estas tragedias y después de ellas debido a las epidemias que suelen traer consigo. Zonas pobladas que se abandonan, reducción en el potencial de crecimiento de las economías, elevación del costo de producción de alimentos, migraciones masivas desde las zonas con menos agua a las que más tienen y, consecuentemente, aumento en la desigualdad y la inestabilidad social.
Los cambios climáticos están aquí para quedarse. Si bien nuestras acciones futuras pueden disminuir su severidad, no van a poder evitarlos. Para enfrentar este enorme desafío con éxito van a ser claves la información transparente y correcta, el correcto funcionamiento de las instituciones democráticas, el establecimiento de gobiernos sostenibles que articulen a la sociedad en torno a objetivos comunes sostenibles en el largo plazo, y el desarrollo y difusión oportuna de nuevas tecnologías que permitan administrar los recursos naturales de una manera más eficiente y sin depredarlos. El desafío es muy grande, pero son muchas las cosas positivas que pueden resultar de este esfuerzo si la humanidad se une para enfrentarlo.