Director ejecutivo CIES
En contraste con el anuncio presidencial, la sorpresa del mensaje de Fiestas Patrias fue que no hubo ninguna. El discurso empezó con un tono de enfrentamiento con la prensa y el empresariado, dirigido a su núcleo duro (20% de la población), que no agrega nada a su capital político. Luego, hizo un largo recuento de los logros de los diversos ministerios, con poco análisis de los problemas más acuciantes. Su conclusión: ¡tranquilos, aquí no pasa nada!
Pero él sabe que el terreno está movido. El régimen tiene un bloque parlamentario minoritario y heterogéneo, al que agrega la cooptación de otros congresistas. Así, evita que la oposición alcance los 87 votos necesarios para la vacancia presidencial por incapacidad moral permanente. Pero este esquema es muy inestable. Por ejemplo, si Bruno Pacheco, Juan Silva o algún sobrino aportase un video, audio, chat o manuscrito contundente, el presidente podría ser vacado más rápido que tarde.
Aun si no se encontrase un revólver humeante, la sobrevivencia basada en el mero intercambio de favores (cuotas de poder, obras públicas, …) es una mala opción para el Ejecutivo. Un presidente que obtuvo un escaso 19% de los votos válidos en primera vuelta, y ganó por nariz en la segunda, debió conformar una coalición de centroizquierda que incluya a los partidos de centro (APP, AP y morados), sobre la base de la negociación de un programa de gobierno común y un gabinete consensuado. No se hizo así, y ahora estamos sufriendo las consecuencias.
En materia económica, se prevé que el año 2022 el PBI crecerá entre 2.5 y 3.0%, es decir la mitad del contrafactual si tuviésemos un gobierno amigable con la inversión privada. Lo más preocupante es la tendencia a la baja, tanto por factores domésticos como globales. La incertidumbre política, al igual que el mal manejo de los conflictos sociales, menoscaban la inversión privada. Asimismo, el efecto expansivo de los retiros de fondos de pensiones e indemnizatorios se está agotando; mientras la subida de la tasa de interés del BCR generará presiones hacia la baja de la demanda agregada.
En el frente externo, los principales bancos centrales del mundo están aplicando frenos contra una inflación récord en cuatro décadas. La economía global se está ralentizando; y probablemente entre en recesión en el 2023. En ese escenario, habría fuga de capitales desde las economías emergentes y baja en el precio de las materias primas.
En el campo social, todavía tenemos un 5% o 6% más de pobres, pues los ingresos y gastos familiares han caído entre 10% y 15% con respecto al nivel prepandemia (2019). Frente a todos estos retos urgentes, el presidente debe aclarar la realidad y dar un shock de confianza, nombrando a un premier convocante y un gabinete de ancha base que anuncie un programa de gobierno centrista. Con visión de país y metas al 2026. Solo así podría despejar la incertidumbre y evitar su vacancia. Si ya no es demasiado tarde.