Y no cayó. Todavía no. El presidente no renunció…aún, ni tampoco los ministros. Todos fueron a Huancayo.
Nadie sabe qué pasará mañana, pero lo que queda claro es que el Ejecutivo ha optado por tratar de sobrevivir, con su gente, con sus anuncios de prohibir monopolios y oligopolios, con sus propuestas grandilocuentes pero inviables, con su populismo que lo lleva a volver con el cuento de la rebaja de sueldo a los ministros y congresistas, o con sus llamados a una unidad que el mismo gobierno boicotea.
Eran tres los posibles escenarios: a) la renuncia; b) mantenerse con una reestructuración total del Ejecutivo, y c) mantenerse atrincherado con su “núcleo” duro. Con la juramentación del nuevo ministro de Salud, tan cuestionado como el anterior, el presidente ya comunicó que seguirá en su línea.
Es el más crítico de los escenarios para él y para el país, porque seguirán los reclamos, las movilizaciones, los conflictos, la incertidumbre y, por tanto, las crisis política, social y económica, y la cada vez más fuerte presión para que el presidente deje el cargo.
Esa presión llega desde las regiones del centro y sur, buscando las nacionalizaciones, el cambio de Constitución, y una agenda más radical y populista; y llega desde las calles de Lima y el norte, exigiendo dejar de lado la agenda radical.
No llega desde un Congreso que, siendo el llamado a hacer el contrapeso político, ha demostrado que comparte con el Ejecutivo la ineptitud, la falta de liderazgo y la incapacidad para sentar posiciones claras en beneficio del país. Después de tener en sus manos la vacancia del presidente, ahora, para “sintonizar” con la calle, quiere aprobar una “exhortación” para que el presidente renuncie.
Visto así, parece que estamos ante un presidente solo y aislado. ¿Pero lo está realmente?
El presidente sí se da cuenta de los errores que comete y de los funcionarios que nombra. Y también se da cuenta del nivel de debilidad que su gobierno enfrenta. Pero no tiene otro camino que seguir adelante. Y esto porque aparte de las cuotas políticas con las que tiene que cumplir, en muy pocos meses parece tener muchos más compromisos de los que nosotros sabemos.
Es obvio que el presidente tiene muchos ¿amigos, socios, colaboradores? en el Congreso, gente que tiene mucho interés en mantenerlo para mantenerse y mantener no solo sus privilegios.
Detrás de muchos de esos congresistas, y alrededor de varios ministros, y hasta del mismo presidente, habría nuevos poderes fácticos, formales e informales, capitalinos y regionales, sectores y bolsones a quienes les interesa que Pedro Castillo siga en el cargo para obtener una serie de ventajas que con un presidente-estadista no podrían lograr.
Varios ministros podrían marcar una diferencia y renunciar, como el de Economía, el canciller, y algún otro más. Pero no lo hacen. Y también hay aliados que a pesar de que tienen un mensaje hacia afuera, se mantienen cerca al poder, y articulan a favor de este. Con ello fortalecen la posición del presidente al interior del Gobierno.
Y finalmente, en anteriores ocasiones, una foto del presidente con los altos mandos resolvía una crisis, y la negativa a esa foto le decía al presidente que ya no tenían su apoyo. ¿Se tomarían hoy una foto con el presidente?. En pleno estado de emergencia ¿por qué no se ha visto a los militares colaborando con la Policía en desbloquear carreteras?
Todos ellos apoyan al presidente, quizás por eso no se siente muy solo.