(Foto: GEC)
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Por Pedro Grados Smith

Director de la Carrera de Economía de la Universidad de Lima

Nadie duda de que la prioridad actual a nivel mundial, y por lo tanto del Perú, es el control de la expansión de la pandemia del covid-19 y la búsqueda de la cura de esta enfermedad o la forma de evitarla. Pero el problema sería menor para cualquier país, con igualdad de estrategias y de acciones, si no tuviera habitantes en situación de pobreza. A corto plazo, todo el esfuerzo debe estar centrado en limitar la expansión del coronavirus. Sin embargo, no debemos dejar de reflexionar sobre lo que deseamos a largo plazo: la construcción de una sociedad sin pobreza y con igualdad de oportunidades, una estructura social que esté mucho más preparada que la actual para enfrentar situaciones extremas como la que estamos padeciendo. La humanidad ya salió airosa de otras epidemias, aunque con grandes costos; desde la llamada peste negra durante el siglo XIV, producida por una bacteria, que habría cobrado la vida de alrededor de 25 millones de seres humanos solamente en Europa, según algunos estimados conservadores; hasta, más recientemente, entre el 2014 y el 2016, el ébola, producida por un virus, que costó la vida de cerca de 30.000 personas, principalmente en África.

Otras enfermedades, como la tuberculosis y el dengue, si bien están controladas, siguen siendo un problema para la población paupérrima alrededor del planeta. Más allá de la solución de la actual pandemia, debemos pensar en un mundo en el cual no existan poblaciones que puedan ser más afectadas que otras por factores negativos, eso es parte de la generación de igualdad de oportunidades para todos los seres humanos. En otras palabras, debemos resolver el problema de la pobreza a nivel mundial, lo que no solo nos permitiría eliminar los casos de tuberculosis y dengue, entre otras enfermedades asociadas con poblaciones sin recursos suficientes, sino también poder enfrentar cualquier problema nuevo de una manera más eficiente que la forma como el mundo está enfrentando hoy al coronavirus.

La pobreza, además, está vinculada con la informalidad, que no permite que las medidas tomadas por el Gobierno, como el aislamiento social obligatorio o cuarentena, que todos debemos cumplir, sean cien por ciento efectivas. Se entiende que la población formal, por lo menos a corto plazo, seguirá recibiendo su sueldo en una institución financiera, trabaje o no virtualmente desde casa, a diferencia del vendedor ambulante informal, que vive al día y que si no vende pues su ingreso será cero. Hemos podido ver en la televisión cómo en algunas zonas pobres de Lima ciertos vendedores ambulantes, cuando se les pregunta por qué han salido a trabajar si eso les puede costar la vida, han respondido que les da lo mismo, ya que si no tienen qué comer literalmente morirán de hambre. Cruda realidad de un sector de la población peruana que debemos superar pasada la emergencia, y durante esta apoyar con propuestas como los 380 soles para alrededor de tres millones de familias.

En el Perú, la cifra oficial de pobreza es de aproximadamente 20 % si se considera el concepto de la pobreza monetaria. Todos reconocen que ese indicador no es suficiente y que por lo tanto se debería calcular, adicionalmente, la pobreza multidimensional para conocer, por ejemplo, los déficits de acceso a servicios como educación y salud. Pero el problema inmediato no es la medición –aparte de que la relación entre pobreza extrema y pobreza multidimensional es muy estrecha–, se deben unir esfuerzos para tener una política pública integrada que permita resolver el problema de personas sin recursos. Es necesario adelantar el compromiso que el Perú ha adquirido con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, especialmente con el objetivo número uno, que pretende eliminar la miseria en todo el mundo para el año 2030.

En ese trabajo por el Perú del mañana, de una nación sin pobreza y en democracia, recordemos al eminente historiador Jorge Basadre cuando pensaba “en una fórmula de construcción nacional y social para un Perú de más altos niveles de vida, con un Estado técnico, un país progresista, un pueblo atendido, entusiasta y creador”.