Escribe: Ralph Guerra, Gerente general de Compartamos Financiera
En el Perú, las mypes conforman el 99% del tejido empresarial, según información del Ministerio de la Producción (Produce). Dentro de este enorme grupo, miles de emprendedores en todo el país buscan, día a día, no solo mejorar sus oportunidades, sino también apoyar a sus familias, dinamizar la economía y contribuir activamente a la cadena de valor nacional.
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Para hacer crecer sus negocios, muchos de estos emprendedores necesitan acceder a crédito, por lo que buscan financiamiento en las distintas entidades financieras, incluidas las microfinancieras. Sin embargo, la realidad peruana revela que estos créditos no siempre se conceden, ya sea por problemas con el solicitante o la falta de un historial crediticio en el sistema bancario.
¿Qué sucede entonces? La respuesta es simple: recurren a otras fuentes de capital. Según el estudio “El mercado de créditos informales en el Perú” del Instituto Nacional de Estadística (INEI), el 72.6% de la PEA es informal, lo que ha popularizado y hecho accesibles estas “soluciones financieras” para muchos emprendedores.
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Una de las razones que impulsa esta informalidad es la regulación de los topes de tasas de interés. Aunque la medida busca proteger a los consumidores, termina fomentando la informalidad en los créditos. ASOMIF, ASBANC y la SBS han manifestado su desacuerdo con esta ley, que limita la capacidad de las instituciones financieras para ofrecer productos competitivos y accesibles, dejando a muchos emprendedores sin alternativas y empujándolos hacia el crédito informal.
A finales del 2023, el 49% de los peruanos había recurrido a créditos informales, con tasas de interés anualizadas superiores al 500%, debido a la rapidez en los trámites y la falta de requisitos formales.
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Dado este panorama, es crucial que apoyemos al Estado en la inclusión de los emprendedores en el sistema financiero formal. Las empresas reguladas tenemos la responsabilidad de ampliar nuestra oferta y alcance, adaptando soluciones que se ajusten mejor a las necesidades del grupo más grande del tejido empresarial peruano.
Ante la volatilidad, el crecimiento y la recuperación de la economía del país, vale recordar un refrán conocido: “el crédito más caro es el que no tienes”. Sin embargo, en la realidad peruana, el crédito más caro es el que afecta más allá del valor económico, comprometiendo la integridad de miles de emprendedores.
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