Llega fin de año, y lamentablemente con las celebraciones suele haber desgracias que llaman la atención porque el afectado no cometió mayor error que ser el vecino de donde se originó un siniestro. Pensemos en los dos casos más recientes.
El primero, en el norte del país, donde los pescadores artesanales que operan en Lobitos están sufriendo el derrame de petróleo provocado por Petroperú que dejó las playas completamente contaminadas y les será imposible tratar de pescar algo hasta que las playas estén adecuadamente limpias. Los pescadores no son los únicos impactados, pues si alguien realizaba alguna actividad de turismo en la zona tendrá que darse media vuelta.
Evidentemente, corresponde que Petroperú (causante del daño) indemnice el lucro cesante, es decir, los ingresos dejados de percibir por los pescadores artesanales al verse impedidos de hacerse a la mar.
¿Cómo debería pagarse? Debería existir un registro de quienes son los pescadores que trabajan en la zona. Así se podría hacer un cálculo de sus ingresos diarios dejados de percibir, descontar los costos que no han incurrido y el monto resultante de esta operación debería ser pagado por el número de días que demore Petroperú en limpiar la zona. Nadie quiere comer un cebiche con trazos de petróleo. Para hacer este pago, Petroperú puede hacer dos cosas. La primera, es utilizar sus recursos y pagar los daños. Sí, ya sé lo que me van a decir: los recursos de Petroperú hoy son básicamente los que nos pueda arrebatar de los impuestos que pagamos. La otra opción, es activar su póliza de responsabilidad civil contra terceros y usar esos recursos para que lo que salga de su caja sea una menor cantidad (copago exigido en la póliza de seguros).
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Por otro lado, las veinte familias de bajos recursos de una quinta en Breña vieron cómo las llamas de un incendio provocado en un local vecino terminaron destruyendo por completo sus viviendas precarias. Igual que en el caso de Petroperú, hay un responsable del daño que debería cubrir los gastos y reponer las viviendas de los vecinos. El problema es que hoy, no existe la obligación de tener un mecanismo que asegure el financiamiento para la compensación a los afectados, como es un seguro de responsabilidad civil contra daños a terceros, y por lo tanto lo único exigible es la voluntad de reparación. Por supuesto, que la otra opción es ir a juicio y tratar de cobrar en 10 años.
Un tema para estudiar es la necesidad de extender la obligatoriedad de pólizas de responsabilidad civil contra daños a terceros a locales comerciales que hoy no están sujetos a dicha exigencia. Una estación de gasolina al ser un riesgo muy grande está obligado a tener una póliza que cubra los potenciales daños a terceros, pero pensemos en lugares donde se almacena material inflamable, que pueden generar daños en los vecinos cuyo bienestar dependerá -si no hay una póliza obligatoria- de la voluntad de reparar el daño causado. Parte de tener un negocio es ser responsables con nuestros clientes, nuestros proveedores, pero sobre todo con nuestros vecinos.
Presidente de la Asociación Peruana de Empresas de Seguros - Apeseg
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