La semana pasada, a poco más de dos meses de intervenir la Caja Municipal de Sullana (Caja Sullana), la SBS intervino la Financiera Credinka, debido a factores internos, como deficiencias en la gestión de riesgos, su política de otorgamiento de créditos y falta de soporte patrimonial. Su cartera de activos y pasivos fue asumida por la Caja Municipal de Arequipa. Al igual que con esta microfinanciera, funcionarios de la SBS han asegurado que el caso de Credinka es puntual y que no hay otras en causal de intervención. Incluso el presidente del BCR, Julio Velarde, señaló el viernes que “el resto de cajas está bastante bien, en general, las financieras”.
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Sin embargo, la SBS tendría bajo observación a otras tres microfinancieras que presentan resultados negativos y las habría exhortado a reforzar su solvencia o fusionarse con otras en mejor situación. Estas alternativas fueron mencionadas por el jefe de la SBS, Sergio Espinosa, en entrevista con este diario el mes pasado. También informó que se trabajará en una propuesta legal para propiciar la consolidación e incorporación de socios estratégicos en las cajas. Un problema estructural de estas entidades es la conformación de los directorios, que incluyen miembros con escasa experiencia en finanzas, así como el riesgo de injerencia de parte de los concejos municipales.
Además, han sido muy golpeadas por factores exógenos como la pandemia y las dos recesiones que ha sufrido la economía peruana desde el 2020, pues sus principales socios corporativos son empresas medianas, pequeñas y micro, y muchas de ellas han tenido dificultades para recuperarse y honrar sus deudas, sin contar a las que tuvieron que salir del mercado. El MEF implementó el año pasado un programa de ayuda para las microfinancieras que no habría sido suficiente para las que estaban en situación grave. Pero el Gobierno sí está dispuesto a gastar millones en salvar a una empresa estatal pésimamente manejada como Petroperú.
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Otro serio escollo del sistema es la informalidad, incluidas las plataformas que ofrecen créditos online sin estar reguladas ni supervisadas por la SBS. Un causante de esa informalidad es el tope a las tasas de interés para pymes (y créditos de consumo) que aprobó el anterior Congreso y que el actual no ha querido derogar. Hoy, las mypes en problemas no pueden acudir a las microfinancieras porque han dejado de ser sujetas de crédito formal, ya que su riesgo crediticio implicaría el cobro de una tasa de interés por encima del tope. ¿Se podrá desenredar ese nudo?